El 11 de septiembre de 1973 el entonces militante socialista Eugenio Gutiérrez Valenzuela fue despedido de la empresa Yarur. El obrero, que ahora tiene 63 años, acusa que "el polvillo de las telas que manipulaba" e inhaló en la pega, y el cigarrillo, fueron los causantes de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que lo aqueja.
Eugenio junto a su esposa e hija mayor vivían de allegados donde un tío en Quinta Normal, hasta que en 1986 formaron parte de las 52 familias de extrema pobreza que recibieron terrenos de 600 metros cuadrados en Lampa, para trabajar minigranjas autosustentables.
Al año siguiente cayó enfermo del pulmón y desde entonces que recibe una miserable pensión que en la actualidad es de 18.869 pesos.
Al mes debe gastar 75 lucas en medicamentos, la plata no le alcanza y a veces posterga los remedios para tener con qué parar la olla. Con dinero lo ayuda una hija que es cajera, pero con su sueldo mínimo no es mucho lo que pueden hacer.
Este año Eugenio consiguió que el Ministerio del Interior lo caratulara como exonerado político; lástima que no ha podido recibir platita por ese concepto, porque, según Eugenio, el INP lo ha "tramitado con crueldad".
¡El hombre está pato! Hace dos meses intentó ganarse unos pesos y cayó enfermo de neumonía. "No soy flojo, no puedo trabajar y por eso tengo depresión. Paso conectado a una máquina de oxígeno 15 horas al día y apenas puedo caminar", explicó.
¡PIEDAD!
Víctima inocente de la pobreza de Eugenio es su chanchito "Brutus". Lo más probable es que le queden sólo algunos días de vida. El dueño del animal de cinco meses y noventa kilos lo puso a la venta por un mínimo de 60 lucas para comprar medicamentos.
"Brutus" llegó chiquitito a la granja, tenía un mes y menos carne que una modelo de lencería fina.
Si no fuera por la necesidad de su amo, el futuro del cerdo habría sido maravilloso. La idea de su dueño era que el animal creciera y convertirlo en un semental. Buscaría una chancha buena para hacer las tareas y comenzaría una crianza.
La necesidad es más fuerte y el pobre "Brutus" se irá al mejor postor. Lo más probable es que sea acecinado y termine animando un asado dentro de la parrilla.
A Eugenio le duele el alma desprenderse del animal más popular y taquillero de su granja. Le ha tomado cariño. Dice que es inteligente, regalón y que duerme con sus perros rottweiler "a lo cucharita".
- ¿No hay otra alternativa?
- Necesito plata. Ojalá que lo compren para convertirlo en reproductor. Le tengo harto cariño. Es juguetón como un perrito.
SUS AMIGOTES LE PRESTAN ROPA
En los buenos tiempos la minigranja llegó a albergar (junto con cultivos intensivos) a tres cabras y 25 conejos. Dos de los orejones eran machos y con facilidad mantenían a las hembras preñadas todo el tiempo. ¡Un buen negocio!
Ahora el chancho "Brutus" comparte su hogar con siete gansos y dos perros. Los pajarracos siempre han sido sus amigos, pero con los rottweiler al principio se llevaba pésimo. Lo mordían y molestaban porque era chico y cochino. Eso ya pasó. El cerdo parece uno más, incluso duerme con ellos y cuando se descuidan, les roba la comida.
Sebastián Foncea M.