La joya de la monarquía acarrea toda una leyenda detrás y no a todos los que la han tenido en su cabeza les ha ido muy bien que digamos.
Este sábado, Carlos III ascenderá de manera oficial al trono británico en la abadía de Westminster, cuando le pongan la corona del Estado Imperial con 2.901 piedras preciosas.
Uno de ellos es el diamante más interesante y más antiguo: la piedra del centro y con forma de cruz llamada “rubí del príncipe negro”, que tiene una leyenda oscura proveniente de España.
Algunos creen que fue robada por los ingleses, pero otra historia dice que Pedro I de Castilla la obtuvo en 1362 después de asesinar a Muhammad VI, el soberano nazarí de Granada.
Sin embargo, en 1366 tuvo que entregársela a Eduardo de Woodstock, el primer hijo de Eduardo III de Inglaterra y llamado “el príncipe negro”, como forma de pago por la ayuda en una guerra.
“Woodstock regresó a Inglaterra con el rubí y con las dos hijas del rey castellano, Constanza e Isabel. La primera se tuvo que casar con Juan de Gante, duque de Lancaster, y la segunda con Edmundo de Langley, duque de York”, dice en un reportaje de El País.
Poderes divinos
En 1415, los británicos le atribuyeron poderes divinos a la piedra, además, estuvo en guerras, sufrió varias transformaciones y ha estado en la cabeza de todos los monarcas desde 1838.
Sin embargo, no todos han tenido buena suerte, el rey Bermejo de Granada murió llevándola consigo. Tres años después de que Pedro I de Castilla se la entregó a Eduardo de Woodstock, fue asesinado; mientras que el príncipe negro nunca llegó a ser rey.
Ricardo III perdió su trono cuando la llevaba puesta... así que con estos antecedentes, ¿qué le espera a Carlos III? Solo el tiempo lo dirá.