La penca realidad del "Sanhattan" con zeta

Si al límite entre las comunas de Las Condes, Providencia y Vitacura se le llama “Sanhattan” por su parecido con el Manhattan gringo, a un sector de San Joaquín le dicen igual, aunque con Z y por una razón bien distinta.

“Zanhattan” está entre las calles Isabel Riquelme y Carlos Valdovinos con Vicuña Mackenna, justito donde está la estación de Metro de la Línea 5.

Si en “Sanhattan”, con S, tienen pirulos restoranes, en “Zanhattan” hay varias picadas de lujo para quedar pochito por menos de dos lucas.

Y si en Las Condes tienen el Río Mapocho a pocos metros, en “Zanhattan” no se achican: tienen el Zanjón de la Aguada al ladito.

La única diferencia entre ambos sectores, es el buqué. “A veces la hediondez no se aguanta. En las mañanas cuando sale el sol es el peor momento. Llega a doler la cabeza”, asegura Mario Navarrete, empresario gastronómico de “Zanhattan”.

Cuando el Metro pasa por la Estación Carlos Valdovinos, los usuarios dejan de respirar y algunos hasta de disfrutar sus mastiques. Pero quienes viven, estudian o trabajan en el sector no tienen la misma suerte.

“Es muy hediondo, yo sé por el olor que estoy llegando al colegio”, dice Constanza, alumna del Saint Lawrence, el cole inglés que saca pecho en “Zanhattan”.

Javiera, otra lolita cimarrera, agregó al comentario de su yunta que con el olor “dan ganas de vomitar. En la mañana me dan náuseas porque uno recién tomó desayuno”.

Nelson Cangana, que tiene un kiosko justo en la esquina de Carlos Valdovinos con Vicuña Mackenna, le puso fichas a la opinión de las lolas de 1° Medio. "¡Ufff! el olor es insoportable, sobre todo cuando hace calor", expresó al diario pop.

INVESTIGA

Aunque por años medio mundo apuntó al Zanjón de la Aguada como el vecino mala onda, ahora la barra cree que todo fue una injusta campaña contra el canal que lleva las caquitas hacia el mar. Por estos días todos le echan la culpa a los vapores que libera una empresa del sector.

“No es el Zanjón, es la curtiembre. En la mañana pasan unos camiones con desechos y dejan pasado. Nuestros clientes prefieren llamar, pasar a buscar su pedido y llevárselo”, aseguró Inés Osorio, del carrito completero “Donde Mario”, que vende unos bacanes churrascos italianos por $1.300 y completos gigantes a $800.

Los titanes de la garita de “Transchanta” instalada al lado del Zanjón también culpan a una empresa de curtidos.

“A veces es irrespirable, aquí hay una mesa para almorzar, pero no se puede comer. La ropa, las fosas nasales, todo queda impregnado”, explicó Juan Antonio Ríos, chofer de los buses verdes de la ruta H.

Pero el jefe de patio de la garita no puede salir arrancando.

“Llevo tres semanas aquí y no aguanto más. Ayer boté un montón de estos desodorantes ambientales. Estoy seguro que es la empresa, porque el agua del canal viene limpiecita. Cuando sale vapor de la curtiembre, salgo arrancando y es justo como a la hora de almuerzo”, se lamentó el titán.

SIGUE EL MISTERIO

Pero probablemente los más afectados son los vecinos del edificio de departamentos ubicado justo entre Isabel Riquelme y Carlos Valdovinos. Un vecino que no quiso identificarse explicó a La Cuarta que "mientras más alto el piso, más hediondo".

El diario pop se unió a la investigación y afinó la nariz para cachar de dónde viene el buqué. Lamentablemente quedamos más metidos que uña encarnada.

La empresa de curtidos cercana al Zanjón de la Aguada tiene todos los papeles y resoluciones sanitarias al día.

Por el momento, el misterio continuará.

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