La Roja se afeita en el hotel de Al Capone

Esta vez no fue culpa del perla que anda de vacaciones acá en Miami. Por orden reglas de la Copa, partido a partido, cada seleción va al hotel donde se les para el “cooler” a los organizadores, así que no hay una explicación más profunda sobre el porqué la Roja vino a dar al Renaissance Blackstone, el hotel donde nada más y nada menos se afeitaba el mismísimo Al Capone, “capiche”.

Así como nuestros leones lo empezaron a disfrutar desde que aterizaron en el sauna de Chicago, eso sí, el hotel no fue desde un comienzo. De hecho, el año 2000 lo debieron cerrar por viejo y recién el 2008 lo reabrieron para que quedara así de filete como la pieza que le tocó a Pizzi, donde en los 30 metros cuadrados de la habitación puede pensar en la formación de mañana mientra sabanea en su cama king size.

Mucho antes de esa mano de gato, el hotel sólo se llamaba Blackstone, en honor al empresario Timothy Blackstone que puso el billete para su construcción en 1908. Justo en esos años donde Chicago era el territorio donde pampeaba Al Capone, el famoso gangster que muchos en Chile lo tendrían por santo patrono pues fue pionero en el tráfico de copete cuando imperaba la ley seca. Ojalá Diosito no permita que vuelva algo así.

De hecho, una rubia más linda que el sol que es una de las que paquea a la prensa al entrar y salir del Renaissance, cuenta que Al Capone se alojaba seguido en el hotel y, además, solía pasarse la navaja para quedar suave con cara de poto. En ese tiempo el salón, donde ayer Edu Vargas y Charles Aránguiz se dirigieron al país, era la barbería donde el mafioso se rasuraba con  dos gorilones a sus espaldas por si acaso alguien quería afilarlo.

“Las manchas que vieron en el salón se mantienen desde esa época, aunque ustedes no lo crean, y son productos del café. El 90% de lo que vieron en el salón se ha mantenido intacto desde esa época”, cuentan los funcionarios del hotel, que para darle más onda al sector pusieron la foto de Al Capone subiendo las escaleras que dan al sitio más bacán del cubil felino.

También se conservaron como el gusanito del tequila una fuente donde el mafioso pelao y ladrón, pero el del cine sí poh, se lavaba la jarra. Y una puerta más secreta que el celular nuevo de Jadue, que según cuentan era usada para que los huéspedes que tenían los papeles quemados apretaran cachete por si llegaba la poli.

Por lo mismo, los genios de Hollywood han ocupado el hotel, donde hoy Jarita se corta las uñas y el Gary agarra a “luchitomarios” el espejo, en escenario de grandes películas. Aquí Tom Cruise se bañó en la piscina en el “Color del Dinero” y Brian De Palma (su segundo apellido no era callosa, por siaca) grabó Los Intocables, donde Al Capone era más malo que el natre.

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