¡La sunga elefante es coqueta y abrigadora!

A un costado del Terminal de Buses Sur, en Estación Central, un pequeño local de lencería erótica levanta sonrisas, y otras cosas, entre los viajeros que poco a poco se atreven a acercarse a la vitrina y consultar por los modelitos top.

Hace poco más de 13 años este local probaba suerte con calcetines chilotes y calzoncillos tradicionales, y las ventas no eran malas.

Sin embargo, aprovechando el incipiente destape chileno, la visionaria dueña decidió dar un giro y comercializar ingeniosos paños menores para echar a volar la imaginación a la hora del romance y la pasión.

¡Y le pegó medio a medio!, porque la afrodisíaca ropa interior prendió como pasto seco tanto entre chiquillas como galanes.

Chilenos y extranjeros se acercan para llevar algún disfraz a su pareja: de enfermera o policía, si necesita atención o disciplina el hombrón. O una sunga elefante, si la señora se pasa rollos con su congelado marido y quiere probar la trompita africana.

“Hay harta variedad”, se quebró Ximena Seguel, quien tras la revolución en su tienda lleva 5 años ayudando a abrir la cerradura o enderezar la llave a muchas parejas con un simple traje.

“La gente de fuera de Santiago nos cuenta que allá no hay este tipo de ropa. Llegan tímidos mandando a preguntar a la señora o la polola de palo blanco, mientras ellos esperan de lejitos”, los desvistió Ximenita.

Según los cálculos de la vendedora, los hombres son los que más le hacen chupete a los disfraces, y deliran con sobarle el lomo a Gatúbela o hacer remar hasta la orilla a su mujer con el de Marinera.

“La mayoría de los mejores compradores son mineros, de Antofagasta o Calama, llevan siempre algún engañito erótico para hacer las tareas con ganas. ¡Bajan de la mina con puro amor!”, contó.

Y en homenaje a sus clientes estrellas, en 2010 les regalaron 33 sungas a los valientes rescatados milagrosamente de la mina San José.

Fuera del local, los calzoncillos de burro, caballito de mar, la cobra o “el saquito chileno” sacan sonrisas a las miles de personas que pasan diariamente por el lugar.

Analía, que cruzó desde Mendoza, se quedó pegada en la vitrina buscando alguna novedad, ya que le encantan estos productos.

“Busco algo para el frío ¿viste?, que se sho… una Gatúbela de botas y medias largas o una vampiresa que te deje seco”, amenazó.

Mientras la chupa sangre trasandina buscaba algún cogote que saborear, La Cuarta siguió conversando con la vendedora sobre su noble cruzada.

“Al principio fue una lucha por poner esa sencilla tanga de elefante en la vitrina, ya que la administración nos ordenaba que sacara la trompa, que bajara la trompa, que entrara la trompa”, recordó la pionera comercial.

Pese a los safaris de los colorientos, al final la trompa creció tanto que es una de las ventas estrellas del local.

“Es muy coqueta y, lo más importante con estos fríos nocturnos, abrigadora con el niño”, detalló la especialista.

Como sea el gusto del consumidor y de la predilección según la región de la que provengan, el Inti Sexy Schop es un polo de atracción para todos los visitantes del terminal de buses.

“Llega de todo al local. El otro día un vedetto vino a buscar elementos para hacer mejor su trabajo. O la Vale Roth, que nos sorprendió al comprar una inocente camiseta de polar para protegerse del frío”, sentenció Ximena.

SE PASAN TROPEZANDO

“Mucha gente del sur y de regiones que  encuentra novedoso el asunto se queda mirando, se tropiezan y  ¡pum!, al suelo”, copuchó la vecina del local y vendedora de bolsos, Aurora Sandoval.

La observadora mujer aseguró que en el lugar diariamente se cae un cristiano en la bajada del peldaño, por estar hipnotizado observando los modelos y no atinar con la escalinata.

La privilegiada testigo además reveló que ella también le hace a estas compras. “A un ex le regalé un colaless de burrito. Era dotado el espécimen, así que se lo merecía”, recordó entre suspiros.

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