El primer manotazo al DFL2 de los deportistas lo pegó el pequeño puño de Marco Oneto. "La comida es mala, las colas interminables, somos doce personas en un departamento chico. Mido 2,04 metros y parte del cuerpo me queda fuera de la cama. Recién hoy nos limpiaron la habitación y jamás asearon los baños. ¿Hasta cuándo nos tratan como mierda?", le aforró a la Villa Panamericana.
Pero el crá del balonmano no anda solo, pues varios deportistas le prestaron el ropero completo. Y aunque conocer la Villa es más brígido que saber la edad de Ronny Dance, La Cuarta logró infiltrarse para sapear in situ la realidad de nuestros representantes. ¡Y eso que el lugar lo pintaban casi como un spa!
La primera en tirar una flecha acusete fue Denisse van Lamoen. Según la morenaza, "la ceremonia de apertura fue maravillosa, pero parece que se gastaron toda la plata en eso porque la Villa es un desastre. Imagínate que tengo un conocido que trabaja en el tema de salubridad en las comidas de acá y me contó que el agua con que riegan las verduras tiene hasta cocodrilos, ja, ja, ja".
Otra de las panas son las mansas colas pa' poder engañar la tripa. "La única hora en que es más o menos decente ir a almorzar es al mediodía. Si no, te puedes demorar hasta 40 minutos", soltó la atleta Erika Olivera. Y Denissita tiró otro dato: "A los 15 minutos del desayuno el café se acabó. Uno llega a comer cansada y en vez de esperar, opta por gastar plata propia en la Feria Internacional, donde es pura chatarra".
A la nula variedad en el menú también le llegó su charchazo. "Se come siempre lo mismo, no hay novedad. Hay gente que por su religión no puede alimentarse de ciertas cosas y eso a la administración le da lo mismo", se quejó un miembro de la delegación.
Pero no sólo a la hora de comer se pasa mal. Como bonus track, la cochiná en cada departamento es insoportable. "Es una asquerosidad enorme, no nos limpian nada. Yo pido que me pasen una escoba, que yo barro, pero hay que pelear hasta para conseguir una", lloró la tiradora al arco.
La última pana tiene que ver con internet. Es que tan lejos de la familia, la opción de chacharear con los suyos es a través del cibermundete, pero las colas pa' agarrar un compu son interminables. "También es muy difícil y las zonas donde agarra el Wi-Fi son escasas. De hecho, en un pasillo se puede y ahí ves por lo general a muchos deportistas con sus notebooks. ¿En la pieza? Imposible", aseguró Erika Olivera.