"Mi cliente está tranquilo, seguro, relajado y feliz de haber denunciado lo que su conciencia le ordenaba. El ex subprefecto Francisco Lapolla ama a su institución, de la que llegó a ser un detective destacado. Incluso recibió la Estrella al Mérito de manos de la Presidenta de la República", dijo ayer a La Cuarta su abogado, Aldo Duque, tras entrevistarse con su defendido en el penal de Santiago 1.
A Lapolla, formalizado por su presunta conexión con el clan narco de Los Valladares, le bastó mostrar en su audiencia de control de detención la fotografía del automóvil fiscal del subdirector de la PDI, Óscar Gutiérrez, en el estacionamiento del cabaret "Lucas Bar", para avalar su tesis de persecución institucional y venganza, y producir un tiraje de chimenea, digno de los altos hornos de una empresa siderúrgica, pero en la policía civil.
El vocero de la institución, subprefecto Álvaro Thiele, quien dijo a la prensa que en la noche en que se captó la imagen se realizó un "intercambio de experiencias con policías europeos", expertos en lanzas internacionales y que Gutiérrez era el "coordinador" del operativo, fue relevado de sus funciones y redestinado (¿...?) a la Jefatura de Inteligencia Policial.
El director de la PDI, Arturo Herrera, le quitó el piso al calificar su versión como "altamente errada". O chanta, como les dicen los rotos a las chivas a medio sancochar.
Óscar Gutiérrez, el segundo al mando de la institución, renunció y su cargo lo ocupó como interino el prefecto general Alfredo Jiménez.
El defenestrado sólo alcanzó a estar cinco meses en su cargo. Asumió el 6 de noviembre del año pasado. Anteriormente fue jefe policial de la Región Metropolitana, de la IV Región y de la Bridec.
No para. Según cercanos a Lapolla, Gutiérrez era habitué del erótico establecimiento, donde acudía junto a su chofer y a su ayudante institucional.
"Los seminarios con colegas y policías extranjeros se hacen en la Academia, no en cabarets ni en los locales nocturnos", sostuvo, a través de su abogado, el policía imputado por maridaje con los narcotraficantes.
"Sobre el particular, el estacionador o el compadre encargado de subir a los clientes hasta el segundo piso pueden declararlo", manifestó Duque.
"Jamás un policía europeo o un gringo de visita en Latinoamérica se expondría a ser sorprendido en un ambiente como el que nos referimos. Esa noche de mayo del 2008 el 'intercambio de experiencias y conocimientos' seguramente se realizó en alguna dependencia del Lucas Bar", precisó la fuente consultada por La Cuarta.
Manuel Vega O.