“Nos piden silencio, desaparecer, nos desacreditan como ‘mujerzuelas’ y esto no es aceptable”, dijo una de las víctimas.
Dos monjas hablaron en una conferencia de prensa sobre los abusos cometidos por el sacerdote esloveno Marko Rupnik, quien fue “absuelto” de las acusaciones que se produjeron hace 30 años.
“Mi deseo es que se reconozca la verdad y el mal que hemos sufrido, que haya justicia, que se nos visibilice: somos muchas más que dos. Pero nos piden silencio, desaparecer, nos desacreditan como ‘mujerzuelas’ y esto no es aceptable”, dijo la exreligiosa italiana Gloria Branciani.
La mujer estuvo acompañada de su compañera eslovena Mirjam Kovac, otra de las víctimas del exjesuita de 69 años, quien además es un artista famoso por sus mosaicos y pinturas.
La historia que data de los 90 vuelve a la palestra
El escándalo escándalo sexual salió a la luz pública en diciembre de 2021, Rupnik fue expulsado de la Compañía de Jesús en junio del año pasado, pero sigue siendo sacerdote en Eslovenia.
A través de reportajes, algunos medios mostraron los testimonios de víctimas con todos los detalles. En mayo de 2020 se emitió un decreto de excomunión automática, por haber cometido uno de los delitos canónicos considerados más graves: haber confesado y absuelto a una monja de la que había abusado, imponiéndole el silencio.
Pero la excomunión fue revocada por la misma CDF porque Rupnik reconoció formalmente el hecho y se arrepintió.
Este miércoles 21 de febrero, el caso volvió a la palestra con la aparición de las dos exmonjas que contaron por primera vez sus historias de abusos de todo tipo.
Las mujeres decidieron irse de la comunidad en la primera mitad de la década de 1990. “Rupnik es un hombre de mucho poder que siempre fue protegido y encubierto por las altas esferas de la Iglesia católica, como ocurrió con McCarrick y, antes, con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel”, denunció Anne Barret Doyle, directora de Bishop Accountability, grupo basado en Boston que investiga a los obispos de todo el mundo.
“Me dijo que nuestra relación sexual no era exclusiva y que teníamos que sumar a otra hermana”
Branciani contó que conoció al sacerdote siendo estudiante de medicina, a los 21 años, en 1985, cuando aspiraba a ser misionera, él la invitó a su taller de Roma: “Yo era muy ingenua, tenía baja autoestima y Rupnik comenzó a prestarme atenciones, a respaldarme en mi fragilidad, a acompañarme en mi camino espiritual”.
Según su relato este solo fue el inicio de una pesadilla de sometimiento sicológico por parte del sacerdote, quien comenzó a abusar sexualmente de ella, haciéndole creer que todo eso era para llegar mejor al Señor.
Rupnik la obligó incluso a tener “orgías colectivas” con otras monjas: “Al principio estaba desorientada, confundida, porque Rupnik entró en mi mundo espiritual con la autoridad del padre espiritual y confesor… Su medio para actuar fue la obediencia”, contó.
Además reveló que 20 de las 41 hermanas de la comunidad fueron abusadas por Rupnik. Añadió que cuando no accedía a las “peticiones sexuales”, Rupnik le decía que no iba a poder crecer espiritualmente, que “ya no era confiable ante el Señor” y que no podía vivir espiritualmente la sexualidad debido a su fragilidad e infantilidad.
“Un día Rupnik me dijo que nuestra relación sexual no era exclusiva y que teníamos que sumar a otra hermana para que fuéramos tres, a imagen de la Trinidad”, dijo, y añadió que la obligó a ir a ver películas pornográficas y le pedía actos sexuales mientras pintaba imágenes sagradas.
“Estaba devastada, desesperada, disgustada, avergonzada, anestesiada, alejada de mi libre albedrío, tenía ataques de pánico, estaba aislada, confundida, desorientada, humillada, violada en mi integridad y en mi relación con lo divino y pensaba que mi única salida era la muerte”, precisó Gloria,
Gloria contó que después de años de “esclavitud”, decidió fugarse de la comunidad en 1993. Antes de irse, denunció todos los abusos sufridos ante la superior y fundadora de la comunidad, Ivanka, que, “aunque ya sabía lo que pasaba fingió no saber nada” y prefirió la “omertá”, es decir, el silencio mafioso, informó La Nación. “Por sus intereses personales, Ivanka prefirió encubrir”, dijo.
Después de 30 años, ambas mujeres han dicho tener daños psicológicos y reclaman que salga la verdad sobre su abusador, y que se haga justicia.
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