El Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, tuvo que decretar la militarización y toque de queda en Quito para mantener el orden tras una ola de enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
No ha sido un octubre fácil para el Presidente de Ecuador, Lenin Moreno. En los últimos días, ha vivido una severa crisis política tras eliminar el subsidio a los combustibles junto a una serie de reformas laborales y tributarias a petición del Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de un préstamo de US$4.200 millones.
Sus decisiones calaron profundamente en el alma de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), que hace diez días lidera las manifestaciones en contra de los ajustes económicos de su gestión.
La influencia de dicha organización se ha hecho sentir con la misma intensidad que en años anteriores usó para derrocar a otros mandatarios en ejercicio.
Sólo basta con mirar la TV y atestiguar las escenas de caos vividas en Quito, donde grupos de manifestantes irrumpieron en la sede de la Contraloría. Y durante la jornada de ayer atacaron varios medios de comunicación.
La escalada de violencia ha dejado en la última semana un saldo de cinco personas fallecidas, otros 554 heridos y casi mil detenidos en las protestas.
Por ese motivo, el mandatario decretó el toque de queda y la militarización del distrito metropolitano para facilitar "la actuación de la fuerza pública frente a los intolerables desmanes de violencia".
Sus adversarios políticos -antiguos amigos- como el ex Presidente, Rafael Correa, han hecho leña del árbol caído por sus decisiones y lo han calificado de "mil caras" o un "gran farsante" por su camaleónica forma de liderar el país.
Esto porque llegó al poder como un símbolo de izquierda, pero hoy gobierna con el apoyo de la derecha y los militares.
Eso sí, ha sido el único en atreverse a quitar los subsidios a los combustibles, ítem que al año consume 1.400 millones de dólares y que es considerado un tabú para los mandatarios ecuatorianos. Por eso se desató la furia indígena.
En las próximas horas, Lenin Moreno tendrá una nueva prueba de fuego: sentarse a la mesa y negociar con la Confederación y lograr un acuerdo que retome la tranquilidad en la mitad del mundo.