"Llorón" tenía apenas un mes de vida y vagaba solo por las calles de La Florida, hasta que uno de los residentes de la casa okupa "La Cañería", en Santiago, lo rescató y le cambió el rumbo a su perra vida. En la actualidad, el cachorrito de cinco meses, tiene papis caninos, una familia enorme que lo regalonea y su palacete propio.
"Hace poco más de tres meses, uno de nuestros compañeros llegó, después de un carrete, con el "Llorón" en brazos. Era chiquitito y estaba inflado como un globo de tantos parásitos que tenía", cuenta el okupa Rodolfo Madrid (41).
El cachupín estaba tan traumado con lo que había vivido durante sus callejeros días, que todo le aterraba.
"Le colocamos "Llorón", porque cuando estaba recién llegado, uno lo tocaba o lo acariciaba y altiro se ponía a llorar", cuenta Madrid.
Pero en la actualidad, el pequeño can ni se acuerda de lo que es el llanto ni la tristeza del abandono y la soledad.
Se pasa el día completo jugando con "Laucha" y "Coco", quienes de inmediato lo adoptaron como su hijo.
NUEVA MAMI
La llegada del huerfanito no sólo fue una alegría para los 10 habitantes humanos de la okupación.
Cuando "Llorón" lanzó su primer ladrido en "La Cañería", "Laucha" tenía sus tetitas llenas de leche, pero no tenía crías. La joven mami había perdido a sus dos cachorros. El instinto maternal se hizo presente y la perrita saltó de alegría cuando vio a su peque adoptivo.
A pesar de que "Laucha" "Llorón" y "Coco" son los chiches y la compañía de los okupas, hace 2 meses dejaron de compartir el techo con sus amos.
"Decidimos construirles su propia casa, porque adentro tenían la embarrada en la okupación. Pero ellos están felices", relata Rodolfo.
A la nueva familia no les costó nada acostumbrarse a su nuevo palacete. Los tres se acurrucan felices para dormir en la casita okupa especialmente diseñada para ellos que está afuera de "La Cañería".
"Son los regalones del barrio. Los vecinos siempre les traen comida", confiesa Madrid.
