Llegó en un momento en que la joven soñaba con sus pacientes desmejorados y llegaba cada día a casa entre lágrimas. Debió abandonar su sueño y cambiar de trabajo. La pandemia y sus consecuencias fueron más fuertes.
La pandemia del coronavirus ha hecho mella en distintos frentes. Uno de ellos, como era de esperar, es el de los millones de trabajadores sanitarios de recintos de salud y hospitales que han tenido que convivir a diario con situaciones de alto impacto. Muchos de esos héroes que, sobre todo en 2020, al inicio de la pandemia, todos aplaudimos, han replanteado su futuro e incluso abandonado sus carreras producto del estrés y, claro, de esa clase de situaciones que fueron acumulando durante meses.
Es el caso por ejemplo de Elena Márquez, una enfermera española que el pasado mes de julio dijo basta y abandonó su puesto, en un hospital de Cataluña, porque ya no podía más con la crisis sanitaria. Sobre esto conversó con El Intermedio de laSexta, explicando sus motivos:
“Llegó un momento en el que no podía más. Fue un día que estaba en el quirófano, porque trabajaba ahí, y vino la supervisora a decirnos que volvíamos a cerrarlos y que volvíamos a las UCI. Era como volver a empezar en marzo del 2020″, subrayó la joven, que tras ver a tanta gente morir en esas salas, no se creía capaz de regresar a un escenario similar.
Ella, como enfermera de quirófano, ya había visto morir a algunas personas durante procedimientos. Pero, sostuvo, nada comparado a lo que vivió durante el período más terrible del Covid. En las UCI su día a día era observar cómo los pacientes, en la mayoría de los casos, desmejoraban hasta partir. “Lo más duro era acompañar a los pacientes en sus últimas horas, hacer de sus familiares en los últimos momentos”, dijo en ese sentido.
“No pude estar cuando mi abuela murió y sentía que estaba como compensando un poco no haber estado con ella sujetando la mano de otro abuelo cuya familia no había podido estar ahí”, agregó más tarde, conmovida.
Fue entonces que tuvo que dejarlo.
Márquez hoy se desempeña en una empresa privada, gestionando traslados si faltan camas o recursos para atender a pacientes. Fue una decisión que tomó luego de visitar a un psicólogo. En la consulta, se derrumbó. No era el estrés postraumático que ella creía, sino que realmente la estaba afectando, por lo que el especialista le recomendó cortar todo de raíz y empezar otra vez.
“Empecé a tener alucinaciones visuales al llevar las gafas de bucear, que se me empañaban y cuando no las llevaba parecía que me estaban atacando por los laterales. Me asustaba o me agachaba. Tenía pesadillas y revivía momentos una y otra vez”, explicó la enfermera para graficar lo que sentía.
Han pasado seis meses desde que dejó su puesto como enfermera en el hospital, y aunque sigue yendo a terapia, la joven explicó durante la entrevista que fue la mejor decisión posible: se acabaron sus pesadillas y llegar a su casa todos los días entre lágrimas. Ahora, al menos, recuperó las ganas de trabajar.