Gracias a Dios el de ayer fue el último debate presidencial en muuucho tiempo más.
Don Lalo y Tatán se mostraron los dientes, pero no dijeron nada nuevo bajo el sol. Lo más cuático de la movida organizada por Anatel, que se realizó en estudios de MEGA, fue la relación entre los candidatos y los periodistas.
Un representante de cada canal de la tele abierta tuvo 14 minutos para entrevistar a ambos candidatos al mismo tiempo.
Pero los profesionales no contaban con que se iban a enfrentar a dos viejos zorros de mil batallas que poco y nada pescaron el formato. Por lo general, respondían la pregunta en un par de segundos y luego se dedicaban a discursear.
Frei fue el primero en arrancarse con los tarros en las respuestas y ante los reclamos de Piñera dijo: "Siempre dicen que no hablo, y ahora tengo que aprovechar". Luego el empresario siguió la senda del ex Presidente y al final los periodistas se chorearon caleta por el basureo.
Notable fue el enfrentamiento entre el periodista de canal 5, Claudio Elórtegui, y Piñera. El entrevistador lo puso contra las cuerdas al preguntarle si había hecho algo en contra del cheque en garantía en su calidad de accionista de la Clínica Las Condes, y Piñera se quemó porque Elórtegui quería un sí o un no de respuesta.
Más tarde, Tatán entre otras cosas, aclaró que venderá sus acciones de Lan "después de resultar electo" y junto con Frei anticipó el fin de Dicom. ¡Ojalá!
El hombre de Chilevisión, Iván Núñez, ante los millones del candidato de la Coalición quiso saber cuánta plata tiene Frei, quien dijo sin drama que "dos mil millones de pesos".
En resumen el debate, que más bien fue un trámite antes de la elección, no tuvo ninguna sorpresa. Los candidatos no sacaron la cartita bajo la manga que tanto se espera para estas ocasiones y recién el domingo se sabrá si la táctica de la no-agresión les dio resultado.
TELEFONISTAS GRITONES DEJAN LA ESCOBITA
Cinco minutos después que comenzó el debate unos gritos de espanto alertaron a los presentes. La mayoría pensó que era una manifestación contra la actividad, pero cuando los periodistas salieron a cachar, vieron que sólo se trataba de un partido de taca-taca de dos encolerizados telefonistas de Atento.
Por Karen Punaro y Sebastián Foncea.