El gigante asiático abre las puertas a los compatriotas que quieran estudiar en sus universidades. De hecho, la embajada china entrega 50 becas por año a quienes quieran aprender su idioma y otras carreras, sobre todo de corte económico.
La distintas mentes económicas proyectan que el próximo líder mundial será China, la superpotencia asiática, ya sea por la cantidad de habitantes y su fuerza de trabajo, como también por las riquezas que tienen alrededor del mundo.
Es por esto que desde la República Popular han comenzado a mirar y buscar en otras naciones a personas que se interesen en su cultura y prosperidad, y Chile está en ese radar.
El director de proyectos internacionales de la Universidad Santo Tomás, Roberto LaFontaine, así lo revela. "La Embajada de China hace bastante tiempo que está entregando becas a estudiantes chilenos para que vayan a aprender a su país, y ya son muchos los que han vivido la experiencia, y no menos los que proyectan hacerlo", admite.
En carne propia
Hace varios calendarios que Carlos González, ingeniero comercial, 28 años, decidió estudiar chino mandarín, lo que le cambió la vida al hombre de Quilpué. "El 2007 di la PSU, pero no me fue muy bien. Quería estudiar Ingeniería Comercial... Justo cuando no sabía qué hacer, vi un letrero del Instituto Confucio, y ese fue el instante que lo cambió todo. Me bajé de la micro y me fui a inscribir", cuenta desde China, donde actualmente reside y trabaja.
Carlos es egresado de la UST, y vivió un proceso largo hasta llegar a el lejano Oriente. "El 2010 obtuve mi primera beca para venir a estudiar el idioma, y me encantó, fue una experiencia única", rememora desde su casa en Anhui, a una hora y media de la capital, y con 11 horas de diferencia de nuestro huso horario.
Pero no se conformó con ese aprendizaje ni esa pasada por el gigante asiático, pues decretó que su futuro estaba allá. "Cuando regresé a Chile, al tiempo me ofrecieron una nueva beca, pero esta vez para hacer un postgrado en mi carrera, eso fue el 2014", cuenta este ingeniero comercial, quien desde esa fecha cambió su destino para siempre.
Trabajar "como chino"
Aunque todo suene muy lindo, Carlos la ha tenido dura, pues las dificultades eran grandes en el exigente país. "El postgrado era mucho más complicado que estudiar chino mandarín, porque los profesores no iban a parar o a hablar más lento si es que yo no entendía. Se supone que ya tenía que manejar la lengua, así que todas las tardes llegaba a traducir mis cuadernos al inglés, para así poder estudiar. El primer mes, mi rutina era sólo entre mi pieza y la biblioteca", recuerda González.
El quilpueíno, que el 2011 perdió su casa producto de un incendio, sabía que luchar era la única manera de salir airoso en su nuevo ambiente y así lo hizo, hasta que los frutos llegaron, pues logró destacar en China. Incluso, montó una especie de colegio.
"Cuando estaba en clases de postgrado, de a poco comencé a enseñar inglés a niños, por las tardes. Partí con 8 y hoy, que ya terminé mis estudios, tengo una escuela con más de cien alumnos. Me voy a tener que mudar, por las leyes chinas, a un establecimiento más grande", cuenta orgulloso.
Pero ese no es el único trabajo que tiene el profesional. "Por las mañanas, enseño en la Universidad de Anhui, desde las 8.30 hasta las 6 de la tarde, y luego voy a mi colegio. Ahí enseño hasta las 21.00 horas, junto a mi novia", explica Carlos.
Entre los consejos que da a los que quieran aventurarse en el tentador mercado chino, es que tengan, por lo bajo, un manejo básico del idioma. "Muchos de los que vienen a estudiar tienen problemas con la barrera idiomática, al punto de poder ni explicarle a un doctor lo que sienten cuando quieren atenderse de alguna dolencia. Eso hace que varios que desistan y se devuelvan a su país", avisa González, quien deja claro que con talento y esfuerzo, se puede triunfar en cualquier lado.