En una humilde morada de la calle Cameron, en la población San Esteban de la comuna de San Bernardo, nació el acaudalado imperio de la familia Macaya Monsalve, cuyo patrimonio está estimado en casi un millón de dólares.
El monto, calculado preliminarmente por la Fiscalía Metropolitana Occidente tras las incautaciones de 5 vehículos, 35 kilos de pasta base de cocaína, 53 millones de pesos en efectivo y varias propiedades, es una cifra que resultaría difícil de alcanzar para dos hermanos que durante su formalización aseguraron ser taxistas y un tercero que argumentó ser vendedor ambulante.
Luego de su detención, producida la madrugada del lunes tras 21 allanamientos simultáneos que realizó Carabineros en cuatro comunas de la capital, Sergio Enrique (36), Christian Abel (36) y Juan Francisco Macaya Monsalve (34) no supieron explicar el origen de los palos en efectivo que les encontraron en sus domicilios.
A Sergio, el mayor de los Macaya, llamado "El Tata", le pillaron 4 guatas y un toco Toyota Yaris. A Christian, apodado "El Crispi", le incautaron 14 palos 115 mil pesos, un taxi y una camioneta Ford Ranger año 2005.
Al menor, conocido como "El Kiko", le encontraron 20 millones 850 lucas, una caja fuerte y un automóvil Nissan Sentra 2010.
PYME
Si bien el tráfico habría partido con la matriarca Silvia Monsalve (65), con el paso del tiempo los retoños de la mujer, a quien en las grabaciones de interceptaciones telefónicas que hizo públicas la fiscalía le llaman "La Mama", habrían tomado el control del negocio.
Los presuntos líderes de la organización habrían dado un carácter más violento a la empresa familiar. Durante los allanamientos simultáneos del pasado lunes se decomisaron siete pistolas, cuatro revólveres, tres escopetas y una granada. Además, se incautaron 280 municiones sin percutar.
Los tres hermanos Macaya abandonaron la población San Esteban y se radicaron con sus familias en casas de Conchalí y Puente Alto, donde no se encontró ni un gramo de pasta ni arma alguna. Según explicó el fiscal Juan Castro Bekios, el trío inscribió gran parte de los bienes que adquirían a nombre de sus esposas.
El viernes recién pasado los hermanos Macaya, su madre, la esposa de Christian, una prima y otras cuatro personas del supuesto grupo fueron formalizados por asociación ilícita para el tráfico de drogas. A las otras dos nueras de "La Mama" les levantaron cargos por lavado de dinero, pero la señora de Sergio quedó libre porque su única culpa habría sido aceptar que su marido inscribiera un auto turbio a su nombre.
En total, 14 miembros de la presunta organización criminal quedaron en prisión preventiva. Entre todos suman los delitos de asociación ilícita, tráfico de drogas, conspiración para el tráfico, tenencia ilegal de armas, receptación y lavado de dinero.
Los supuestos tres cabecillas partieron a la Cárcel de Alta Seguridad, las mujeres quedaron recluidas en el Centro Penitenciario Femenino y el resto se fue a Santiago 1. La Fiscalía tiene 15 meses para aclarar el caso.
ORIUNDOS DE LA SANTA ADRIANA
Según la investigación del OS-7 de Carabineros, la matriarca del Clan Macaya, Silvia del Carmen Monsalve Acuña (65), llegó a Santiago desde Mulchén en la década del 70. En la capital conoció a quien sería su marido y ambos se instalaron en la población Santa Adriana de la comuna de Lo Espejo.
Según lo recabado por los polis, en aquel sector Silvia habría comenzado a comercializar marihuana, hasta que por problemas maritales se separó y se fue a la población San Esteban de San Bernardo, donde crecieron sus hijos.
Gracias a sus contactos, la mujer, quien actualmente es viuda, habría continuado el negocio en su nueva casa de calle Cameron. En 1999 fue condenada por tráfico.
OS-7: "LAS LLAMADAS AL FONO 135 SON IMPORTANTES"
La investigación contra el clan de Los Macaya se inició formalmente el 9 de junio de 2009, y contó con vigilancia en los distintos inmuebles, interceptaciones telefónicas, trabajo de inteligencia y "agentes reveladores" que compraban droga para demostrar y comprobar el delito.
La acusación del Ministerio Público contra el grupo indica que la supuesta organización opera desde 2006, abastecidos por dos proveedores principales que traían la droga desde el norte.
"Los llamados anónimos al fono de denuncias 135 fueron fundamentales. Algunas personas creen que esta información no es considerada, pero fue vital en la investigación", explicó a La Cuarta el coronel Christian Fuenzalida (en la foto), jefe del Departamento OS-7 de Carabineros.
El uniformado contó que cada uno de los avisos que entrega la ciudadanía son ingresados a una base de datos, que gracias a un programa computacional permite realizar un cruce de datos que entregan información útil para el trabajo policial.
"La gente tiene que colaborar. Tenemos que demostrarle a los delincuentes que las personas honestas somos muchas más", enfatizó Fuenzalida, quien comentó que las organizaciones criminales utilizan el temor como herramienta para mantenerse impunes.