Los secretos de cómo Tomás voló al éxito

A la misma hora en que Barack Obama guardaba una doble cuarto de libra con queso en su maleta pa' no pasar hambre en el viajecito a Chile, a miles de kilómetros de distancia el gimnasta Tomás González lograba la mejor actuación de su vida en la Copa del Mundo Clase "A", disputada en París.

Fueron dos medallas de oro en los ejercicios de suelo y salto las que el domingo le demostraron a Tommy que hizo bien en no soltar el elástico cuando pensó en renunciar a la disciplina en el 2004, y que por mucho que algunos hayan remado pa'l otro lado, la vida siempre da segundas oportunidades. Salvo que se trate de Edmundo, obvio.

¿Lo soñó? Muchas veces. Por algo mientras en la tele daban Dragon Ball, el deportista prefería hacer piruetas en el sillón y ver, con cinco años en el carné, videos de gimnasia para entretenerse. Así, su familia cachó rapidito que habría otro atleta en la familia, pues sus padres ya habían cosechado éxitos en ese deporte.

"Él miraba cómo les enseñaba a mis alumnas y veía los torneos. Una vez me dijo: '¿Esto es lo que les enseñas a las niñas?', y hacía sin problemas el ejercicio que yo había estado dos años explicando", recordó en una oportunidad su madre, Marcela Sepúlveda, que ha sido pilar fundamental en la carrera de Tomás.

De hecho, la profe de gimnasia acostumbra rezar cada vez que el deportista enfrenta una competencia. Pasó en los Panamericanos de Río de Janeiro (donde Tomás se enchufó sus primeras medallas a nivel internacional), en Stuttgart, en París e, incluso, en los eventos made in Chile, donde el acróbata participó desde los seis años.

Sí, leyó bien. En ese entonces González fue inscrito en la Universidad Católica motivado por un hecho puntual: Eugeni Belov, un naftalínico campeón ruso y formador del equipo cubano, llegó a Chile a buscar talentos. Sí, era como si Roberto Carlos, no el del millón de amiguis, hubiese decidido buscar en los estoperoles jaguares algún diamante en bruto.

Lo curioso, eso sí, es que en el primer casting a Tommy le fue mal y lloró mucho. Quizás fueron los nervios, la ansiedad o su inmadurez, porque talento había y el pequeño estudiante del Colegio San Juan Evangelista de Las Condes buscó la revancha.

Así, de la mano de su mami se presentó nuevamente ante Belov y esta vez la crítica lo elevó a la categoría de mini ídolo. "Su hijo es un talento innato", le comentó a Marcela con cálculos en la mesa, pues Tomás era mejor que los mismísimos rusos a esa edad. Sí, fue el empujoncito que el pequeño de cabellos claros necesitaba.

"Tomás tiene un elemento sicológico clave, que no todos lo tienen: Sabe concentrarse y es valiente, porque si ni lo eres para esto, mejor practica fútbol o tenis", escaneó luego el deté, que observó asombrado cómo a los ocho calendarios su pupilo dominaba las anillas como gimnasta de la UC, la señal de que González pronto cosecharía éxitos.

Así como para Arjona la suma de uno y uno siempre es uno, en la gimnasia la unión de talento y ganas arrojó un resultado lógico: Tomás fue güíner en todas las categorías. Incluso en 2004, el acróbata fue elegido como el mejor exponente chileno en su disciplina por el Círculo de Periodistas Deportivos, tras ganar bronce en la Copa del Mundo de La Serena.

Claro que ese logro tuvo un antecedente doloroso, que hizo tambalear el futuro del gimnasta. Sucedió que Belov, el ruso que había sido su mentor, regresó enfermo a su país, con sueldos impagos y dejando a su regalón a la deriva. El saltarín pensó en renunciar a todo, pero el torneo en la Cuarta Región fue la inyección anímica precisa para reencantarse.

Tras brillar en los Panam de Brasil 2007, a Tomás se le abrió el apetito y, como bonus track, obtuvo una medalla de oro en suelo en la Copa Mundial de Glasgow. Por fin el cabro salía del anonimato y pensaba en grande, más aún cuando un año después logró plata en España, en salto.

Mientras se quemaba las pestañas estudiando kinesiología, llegó la consolidación. En 2009, realizó dos saltos inéditos con el nivel máximo de complejidad de 17 puntos y luego brilló en Londres, Stuttgart y Glasgow. Ese año también murió Belov...

No es lo único, pues muchas veces en el avión o antes de competir se le vio estudiando pa' las pruebas en su "U", la Finis Terrae.

A esa altura ya no importaba que los antiguos dirigentes de la Federación de Gimnasia no lo hayan inscrito en un par de torneos ni que Farkas haya tenido que rajarse con 80 palos para su equipamiento. La suerte estaba echada, en París lo demostró y la "Máquina" ya avisó que su próximo objetivo son los Juegos Olímpicos de Londres, que ya no son un imposible.

NEVEN FUE SU PADRINO: "LE IRÁ FANTÁSTICO EN LONDRES"

Cuando Tomás González cachó que no podría participar en Stuttgart debido a que los dirigentes de la Federación de Gimnasia no lo inscribieron a tiempo, el presi del Comité Olímpico, Neven Ilic, salió al rescate. Además de lograr su incorporación, nunca más lo dejó solito.

"Adquirí el compromiso de ser la única persona preocupada de él, de sus inscripciones y requerimientos, para que las cosas funcionaran", dijo con orgullo Ilic, que está seguro de que el cabro brillará en Londres: "Tiene el nivel de los mejores, sé que puede llegar y le irá fantástico. Lo merece".

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