El 2010 fue su año. La prestigiosa revista Time lo escogió como el líder más influyente del planeta, sobre Barack Obama y Sarah Palin, y fue bautizado como el "hijo de Brasil" en una película biográfica. Estaba en la cima del mundo político tras ocho años en el poder.
Un exitoso período presidencial para Luiz Inácio Lula da Silva, quien era reconocido tras sacar de la pobreza a 28 millones de personas y liderar una "revolución" pacífica que situó a Brasil entre los protagonistas de la agenda mundial.
Tenía pergaminos de sobra. Era admirado en su país y el extranjero. Pero mientras lo llenaban de elogios, la sombra del delito ya lo perseguía, con sonados escándalos como el "mensalao" por el pago de sobornos a cambio de apoyos parlamentarios.
El "presidente obrero" lograba esquivar los dardos con su capacidad negociadora. Juraba inocencia. Decía que era incorruptible. "Nadie tiene más autoridad moral y ética que yo para transformar la lucha contra la corrupción en bandera", aseguraba.
Luchas. No era la primera lucha que el líder del Partido de los Trabajadores libraba en su vida. Le ganó a la marginación en un país con una profunda brecha social y acabó con un el cáncer de laringe que lo atacó tras dejar el poder.
Nacido en 1945 en Pernambuco, en el noreste brasileño, emigró con su madre y sus siete hermanos a Sao Paulo en busca de su padre, un campesino analfabeto y alcohólico que tuvo 22 hijos con dos mujeres.
Lula trabajó en la calle. Fue vendedor y limpiabotas, y a los 15 años se convirtió en tornero. A esa edad ya se acercaba al movimiento obrero.
Tras años de duro trabajo, presidió el poderoso sindicato metalúrgico. Saltó a la política a finales de los 80, tras la desgarradora muerte de su primera esposa, María Lourdes, quien perdió la vida por falta de atención médica durante su embarazo.
Se unió a políticos de izquierda para fundar el PT y partió un meteórica carrera política que tuvo su punto cúlmine en 2002, cuando en su cuarto intento (1990, 1994, 1998) se convirtió en presidente.
Su idea era sacar a millones de compatriotas de la pobreza, y lo logró. Pero sólo tres años más tarde, en 2005, su gobierno empezó a verse afectado con los primeros escándalos de corrupción.
Luego buscó alianzas para la reelección y, con una popularidad del 87% al final de su gestión, eligió a Dilma Rousseff para continuar el proyecto.
Descenso
Su plan, sin embargo, se vino abajo. Una profunda crisis económica, la escasa popularidad de Rousseff y un pacto de sus antiguos aliados terminaron con la "era PT", en agosto del 2016.
Era el comienzo de la caída de Lula, quien decía que era acosado por la justicia en un "pacto casi diabólico" para evitar su regreso al poder. "Tengo una historia pública conocida. Solo me gana en Brasil Jesucristo", dijo en su defensa.
Pero nada le sirvió. Ni siquiera el amplio apoyo popular y de algunos políticos a nivel mundial (el chileno Ricardo Lagos lo respaldó) lo lograron salvar. Y fue condenado a 12 años y un mes de cárcel por recibir beneficios que se habrían materializado en un lujoso apartamento en la playa, a cambio de favorecer a una constructora con contratos públicos durante su gestión.
"No van a encarcelar mis pensamientos, no van a encarcelar mis sueños. Si no me dejan andar, voy a andar con las piernas de ustedes. Si no me dejan hablar, hablaré por su boca", aseguró antes de comenzar a cumplir su condena en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba.