Hacía ya un buen tiempo que Ana venía sintiendo dolores articulares y musculares, padecía fiebre sin razón aparente y de vez en cuando unas manchas rojas le atacaban la piel. Los médicos no encontraban nada en cada examen que le hacían, hasta que uno le mandó a realizarse un test de lupus, el cual dio positivo.

Tras tres tomas de sangre, tres días seguidos, Ana se enteró que padecía esta enfermedad de carácter autoinmune, es decir, su propio cuerpo ataca sus células y tejidos sanos.

El tipo más común, el lupus eritematoso sistémico, afecta muchas partes del cuerpo. El lupus discoide provoca una erupción cutánea que no desaparece. El lupus cutáneo subagudo provoca ampollas después de asolearse. Otro tipo puede ser causado por medicamentos y el lupus neonatal, que es sumamente raro.

Si bien a cualquiera le puede aparecer el lupus, son las mujeres las más propensas a padecerlo.

El tratamiento de la enfermedad es muy distinto según el órgano al que afecte. Los corticoides son básicos, ya que todos los afectados en un momento u otro los toman.

* Si los órganos dañados son el pulmón, el corazón, el sistema nervioso central o el riñón, el tratamiento debe ser mucho más agresivo y se basa en corticoides en dosis muy altas y tratamientos inmunosupresores.

* Si la enfermedad presenta síntomas como fiebre, cansancio o afecciones cutáneas, el remedio será menos agresivo y con corticoides o antipalúdicos.

* La alimentación debe ser completa, sana y equilibrada. No hay ningún alimento perjudicial. Además, cuando la enfermedad afecta al riñón y sobre todo, cuando hay hipertensión, los pacientes tienen que saber que no es recomendable que coman sal.