Madre de Jorge Matute: una espera en foja cero

Ante las cámaras cinco veces se tomó la cabeza, en tres oportunidades se sacó las lágrimas del rostro y en otras dos se le resquebrajó la voz tras un último golpetazo judicial. El martes pasado, se le arrancó la esperanza y el destino tras 18 años de incertidumbre y desilusión. María Teresa Johns, madre del estudiante de Ingeniería Forestal, Jorge Matute Johns, asesinado en Concepción luego de un confuso incidente en la discoteca La Cucaracha, no quiere más.

Es que le cerraron la puerta de la credibilidad en la cara. La magistrada, Carola Rivas, le entregó el acceso al sumario del caso y le habló de cómo las policías tuvieron una pericia cantinflesca en casi dos décadas de investigación. Líneas de indagatorias completamente lejos de la realidad actual, la que establece que el joven murió intoxicado con el fármaco pentobarbitral. Nada comparable con el testimonio de dos jueces anteriores que encabezaron las pesquisas. Muy mal.

¿Pero cómo una mujer puede vivir en el limbo de la foja cero? En el entorno de la ex funcionaria de la Fuerza Aérea de Chile no paran de enaltecer su lucha constante y uniforme por encontrar la verdad, que ahora, prácticamente, se evapora por añadidura.

Dicen que es aguerrida, que ha buscado alternativas más allá de las que existen en un estado que lleva per se la burocracia administrativa y una policía no siempre infalible: ha visto brujos, videntes, chamanes, cartas, té en un plato, café en tazas especiales, humos… de todo.

Y no va a bajar las manos. Su hijo Álex Matute, cansado con la causa que originó uno de los puzzles policiales más emblemáticos de los últimos 50 años, se emociona: "Me sorprende cómo alguien puede ser tan perseverante con tanta desilusión. Es una guerrera que seguirá en esto''.

Y es lo más probable, porque lo prometió. Si bien la causa quedó abierta pero con cero perspectiva hacia nuevas diligencias -por ahora- de Carabineros e Investigaciones, la progenitora de "Coke'' ya cavila en escribir un nuevo capítulo, cambiando la tinta.

Desde el 20 de noviembre de 1999, fecha de la desaparición del también músico penquista, sus cercanos dicen que María Teresa Johns ha enfrentado decenas de veces a médicos para tratar su depresión, sus crisis de pánico y el mal dormir. Es que son muchos años y ya vive un 2018 con problemas para respirar. De hecho, se ha realizado exámenes.

Y no se puede hacer nada, porque a María Teresa tampoco le importa nada. Continuará en la pelea por llegar al fin de este enigma que ha terminado, casi de manera anecdótica, encontrando -en todo este lapso- a otros 16 cuerpos de personas N.N. en cerros, lagos, bosques y ha dejado detenidos a decenas de sospechosos, con -incluso- siete procesados por obstrucción a la justicia. Con todo, la mujer de la coraza del Caso Matute sabe que lo que existe, hoy día, es un perfecto vacío.

Así creó una serie de organismos relacionados con seres extraviados, como la Comisión por la Verdad y La Vida Jorge Matute Johns, que es su suerte de caballito de batalla y que desde su interior la acompañan en cuanta marcha organiza.

Y no se cansa, a los 73...

"Lo que yo esperaba era contarle la verdad completa y decirle: 'a él se lo llevó tal persona y le hizo esto (Pero, no)'''. Fue dura, directa, pero sincera. Con esas palabras la jueza Rivas le derrumbó el último vestigio de ilusión a María Teresa Johns.

Y ahí, a los minutos aparecieron las cámaras y se repite la situación del comienzo: cinco veces se tomó la cabeza, en tres oportunidades se sacó las lágrimas del rostro y en otras dos se le resquebrajó la voz tras un último golpetazo judicial.

Será algo reiterativo. Juró que la pelea continúa.

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