Luis Barrientos recorre Plaza Italia en su triciclo eléctrico recogiendo metales para reciclaje. Su pega ha aumentado al triple, pero asegura que no está de acuerdo con la destrucción. "Genera mucho daño a los trabajadores", dice.
Unos de los momentos más críticos que dejó la semana de manifestaciones sociales en el centro de Santiago, tuvo como foco de destrucción los locales comerciales que rodean la Plaza Italia. El martes por la noche, un grupo de delincuentes saqueó e incendió tres reconocidos restaurantes ubicados en avenida Vicuña Mackenna, poniendo en riesgo la estabilidad laboral de cerca de 200 personas.
Con los primeros rayos de sol del día siguiente, el panorama era peor. La destrucción era total y a los trabajadores no les quedaba otra que ayudar en la limpieza y sacar escombros a la calles. A un par de metros de la escena, Luis Barrientos miraba la postal con desazón.
El hombre de 45 años se dedica a la recolección de metales, latas de bebidas y fierros en general, las que después vende por kilo. Es reconocido oficialmente por la Muni de Recoleta como recolector de metales y muestra con orgullo su credencial, con la que se mueve por Plaza Italia y sus alrededores montado en su triciclo eléctrico, el mismo que desde la seis de la mañana comienza a llenar con desechos reciclables.
Misión
"He visto mucha destrucción en los últimos días. Han sido días difíciles para todos, ver la destrucción de todos estos locales me causa mucha pena. Estoy completamente de acuerdo con las manifestaciones, de hecho, estoy de acuerdo en muchas demandas, pero el nivel de destrucción no me gusta. Pero qué puedo hacer yo contra eso", asegura el hombre, quien tiene la misión de recoger cada metal desechado por los dueños de los locales quemados.
Asegura que su intención no es aprovecharse de la situación para ganar plata -"apenas me alcanza para sobrevivir", dice- y que su rol es ayudar a la reconstrucción de un sector que se ha visto totalmente destruido en el último mes.
"He tenido mucho trabajo estos días, comienzo apenas sale el sol y me voy cuando comienzan las marchas. Lleno el carro completo y lo vendo en Recoleta, pero me da mucha pena ver cómo la gente siente miedo por perder trabajo. Ellos me dicen que no saben qué pasará ahora", sostiene el chatarrero.
Luis cuenta que puede sacar hasta 80 pesos por el kilo de latas y que a veces no tiene tiempo ni para comer. Sólo un par de sorbos a un bebida tibia lo mantiene activo y luego sigue su recolección.
"Mi rol es limpiar esta zona, quizás esa sea mi forma de manifestarme, aunque como trabajador también estoy de acuerdo con mejorar los sueldos y las pensiones", sentencia.