Marinos chilenos dejaron en tierra a náufrago teclito

Era su séptimo intento por dar la vuelta sólo al extremo de Sudamérica. Pero al teclito de 84 años se le quebró el mástil y tuvo que ser rescatado a 800 kilómetros al sur de la Isla de Pascua.

Contento y más agradecido que Miss Universo, el tatita estadounidense Thomas Louis Corogin (84) recaló en el molo de abrigo de Valparaíso tras pasar seis días de buque en buque.

A las 16.39 horas del martes 3 de enero, el nono tuvo que aceptar su mala pata y activar la radiobaliza de emergencia de su yate "TLC". Corogin había zarpado el 27 de diciembre desde Hanga Roa, en Isla de Pascua, y cuando se le quebró el mástil ya estaba en dirección a Puerto Williams. Su sueño era cruzar el Cabo de Hornos.

Apenas la Armada de Chile cachó el mensaje, ordenó que el buque mercante japonés "White Kingdom" se desviara de su ruta y rescatara al tatita.

Ese mismo día, la Armada dispuso el despegue de un avión de exploración aeromarítima P-3ACH "Orión", que hizo contacto con el navegante. Corogin les dijo que estaba bien, pero quería puro abandonar el bote.

El sábado pasado, el teclito dio las gracias a los japos y se cambió a la fragata chilena "Blanco Encalada", donde fue revisado por médicos que le curaron un machucón en el talón y lo trasladaron a Valpo.

LOBO DE MAR

Con una camisa amarillo pato y la bandera del yate en el bolsillo de sus jeans, el gringo se deshizo en agradecimientos para el equipo criollo.

Thomas Louis Corogin, soltero y padre de cuatro hijos, es un verdadero lobo de mar, de hecho, tiene un pequeño puerto deportivo en Port Clinton, Ohio. Incluso en el 2005, el octogenario navegante y un amigo cruzaron el océano Atlántico rumbo a Irlanda.

En el puerto chileno, Corogin se mostró relajado y contó que nunca le faltó comida en el yate, estaba aperado para alimentar a un regimiento. Lo que le dio julepe es que sin mástil, no tenía cómo dirigir la nave.

Consultado sobre su edad, el gringo dijo que es sólo un número y que jamás ha sido un impedimento para él. "La vida hay que vivirla", soltó el marino y abogado, que reconoció haber aprendido tres palabras en español: baño, desayuno y huevos.

El norteamericano, reconoció que no sabe si partirá de inmediato del país o se quedará algunos días para conocer las gracias de Chilito.

Sobre su yate, que tenía 8,87 metros de eslora (largo), mejor ni hablar, porque no hay forma de rescatarlo. Se quedó flotando a la deriva, aunque según los capos de la Armada, en pocos días estará con Nemo en el fondo del mar.

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