El 8 de septiembre del 2014 fue uno de esos días que muchos quisieran olvidar. Una bomba fabricada con un extintor y pólvora negra fue activada por un sistema de relojería, que detonó a las 14.05 en los locales comerciales de la estación del metro Escuela Militar. Y el pánico se desató...
Un total de 14 personas resultaron lesionadas y la que sacó la peor parte fue Marta Elda Hernández Ancapán, quien trabajaba haciendo el aseo para una empresa contratista.
La señora, que ahora tiene 63 años, estaba a un par de metros de la explosión, y por eso su cuerpo voló por los aires, se azotó la cadera contra el cemento, resultó con trauma acústico severo y perdió el dedo medio de la mano derecha.
La investigación policial acusó que el responsable del atentado fue Juan Flores Riquelme (24), en complicidad con su polola Nataly Casanova Muñoz (27) y su amigo Guillermo Durán Méndez (27). Pero a pesar que los dos primeros anarquistas están en cana hace 23 meses, el juicio no ha comenzado porque la investigación aún continúa.
En todo esto, Marta se convirtió en el símbolo de la acción de los imputados, quienes, según la Fiscalía Sur, en alrededor de un mes serán juzgados. Ellos alegan inocencia.
La mujer recién el jueves fue dada de alta y está preocupada porque ya no le pagarán la licencia médica. Además, considera que no está en condiciones de volver a trabajar.
En la sala de espera de la Asociación Chilena de Seguridad acompañamos a la señora que no supera el metro y medio a hacer la fila para los remedios y a su última consulta.
''No puedo subir escaleras ni bajarlas. Ni siquiera puedo trabajar, porque sería un estorbo, necesito una pensión por invalidez, pero dicen que es una mugre; la mano tampoco la puedo usar mucho, no tengo fuerza'', contó.
La víctima exige una indemnización por los daños físicos y morales, pero como debe esperar el fin del juicio de los imputados para realizar su demanda civil, no sabe a quién le corresponde pagar. "No sé si debe ser el Estado, el Metro, el empresario que me tenía ahí o los anarquistas", explicó.
Tan precaria es la situación de Marta, que entre medio de la entrevista pidió que no olvidáramos agradecer de su parte la buena onda de los comerciantes de la feria Cerro del Morro, de Pudahuel, porque le hacen descuentos o incluso le regalan verduras.
Abandono
La mujer, que llegó desde Purranque a la capital a los 14 años arrancando de los malos tratos de su papá alcohólico, se siente abandonada. "Yo sé bien que tienen harta pega, muchas preocupaciones, pero la televisión se ha olvidado de mí, las radios también y las autoridades nunca han estado conmigo; nunca vi a la Presidenta al lado mío", explicó.
- ¿Recuerda algo del atentado?
- Nada. Desperté en el hospital, aquí, no me acuerdo de la ambulancia, no recuerdo nada. El día de la bomba llegué al trabajo, marqué tarjeta, andaba limpiando cuando sentí un ruido pesado, como un temblor, y ahí se me apagó la ampolleta.
- ¿Qué opina de los responsables del atentado?
- Tengo una opinión muy mala porque ellos deberían haberlo pensado bien, porque ahí transita mucha gente inocente, niños, y me tocó a mí, que soy gente trabajadora, de esfuerzo.
- ¿Su vida ha cambiado mucho?
- Sí, me agacho y no me puedo parar, me siento y no me puedo parar. Me gusta lavar la ropa en la tina y me cuesta, porque después no me puedo levantar; tenía los huesitos gastados y con el golpe se dañaron, no me gusta usar lavadora porque si le metes un calcetín, o los cuellos de las camisas, salen igual de sucios. Dejo remojando la ropa, la desmugro y después la cepillo en una tabla y queda limpiecita con agüita caliente.
- ¿Ha sacado algo bueno de esto?
- En Mega me regalaron la fiesta de matrimonio y para mí fue inolvidable porque yo no era casada. Lucho Jara fue el único que me fue a ver, mientras que con mi familia no he tenido más contacto, sólo unos sobrinos. Mi familia se puso celosa porque Farkas me ayudó con un millón de pesos que usé para pagar mis cuentas.
- ¿Qué opina de los anarquistas?
- Mal, pésimo, yo pienso que la justicia va a poner mano dura; muchos dicen que la justicia vale hongo, pero yo no pienso así.