“Pese a toda la voluntad y amor, hay cuestiones tan duras como que ya no me lo puedo”, afirmó la actriz sobre el delicado estado de salud de Augusto Góngora.
En una extensa e íntima entrevista con CNN, la actriz Paulina Urrutia abordó distintos temas acerca del teatro, la pandemia y su vida personal, marcada por la enfermedad de su esposo Augusto Góngora.
Sobre Mentes Salvajes, obra que se desarrolló en pleno inicio de la crisis sanitaria, la intérprete explicó que “fue de las primeras que se hicieron en la virtualidad (…), fue como un respiro, con todas las limitaciones que tiene el formato, pero también con todas las posibilidades”.
Sobre el impacto de la pandemia, indicó que “los teatros ocupados a mitad de sala no nos permite subsistir de nuestro oficio (…), hay infraestructura que si hubiera tenido aporte del mundo público habría permitido que la actividad no se detuviera”.
“Fuimos uno de los sectores más golpeados durante la pandemia, al igual que el mundo del turismo y de la gastronomía, pero las ayudas que recibimos por parte del Estado fueron fondos concursables que nos hicieron competir entre nosotros para recibir los apoyos”, agregó.
Situación personal
Consultada sobre el Alzheimer que afecta a su esposo, el periodista Augusto Góngora, la reconocida actriz nacional explicó que durante los primeros meses de la pandemia “fuimos unos privilegiados en el sentido de vivir en una comunidad donde las casas son pareadas y nos escuchamos entre los vecinos. Compartimos nuestras vidas desde hace muchos años pese a que, evidentemente, en comunidades así siempre va rotando la gente”.
“Contamos con vecinos y gente con la cual no perdimos el contacto y también nos ayudan, que es lo más importante en una enfermedad como esta, el contar con una red que no sea solamente yo, sino que también la familia, los vecinos y la comunidad en general”, complementó.
“¿Qué ha significado para ti estar con Augusto casi todo el tiempo?”, le preguntó la periodista Matilde Burgos.
“Ha sido muy difícil y doloroso también en el trato con otras personas, en el sentido de diferenciar a la mujer de la cuidadora. Yo me resistí mucho tiempo a que me dijeran cuidadora, yo decía que era su mujer y, por lo tanto, no entendía otra manera de ser la mujer de Augusto si no asumía su cuidado, pero el momento más crítico lo estoy viviendo ahora”, aclaró.
Cuidadora
Asimismo, indicó que “yo viví el proceso que viven muchas mujeres, porque las cuidadoras, especialmente en Chile, un 86% son mujeres y suelen ser las hijas, hermanas, sobrinas o mujeres de personas que están enfermas”.
“Yo en dos segundos dejé de ser mujer y dejé de ser actriz para convertirme en la cuidadora de Augusto y eso repercute”, añadió.
Además, sostuvo que la sociedad “tiene que asumir (…) que todos tenemos que pasar por el cuidado de alguien, eso es parte de la humanidad (...) La sociedad tiene que aprender a ser más humana, a no solamente valorar logros y éxitos, sino que también valorar las caídas, las precariedades y la vulnerabilidad”.
“Yo siempre digo que esto es un proceso, pero yo creo que lo más difícil que he vivido este último tiempo es darme cuenta de que, pese a toda la voluntad y amor, hay cuestiones tan duras como que ya no me lo puedo. Yo he vivido momentos muy duros al constatar la miseria humana, la impotencia, la vulnerabilidad extrema, que no es solamente de él, sino que es la mía también”, agregó.
Para la actriz, esta situación “es una impotencia (…), me dice que lo ayude y yo por más intentos que haga no puedo (...) Aquello es lo más duro que he vivido y obviamente eso solamente va a evolucionar (…) y en algún momento tengo que ser capaz de separar a la cuidadora de la mujer y permitir la ayuda para mí”, concluyó.