El asalto fue con un papelito y una supuesta bomba, el cual terminó con el hombre detenido sólo unas horas más tarde.
—Esto es un asalto, entrégame el efectivo porque tengo una bomba —se leía en un papel que Antonio “Loco Toño ” Troncoso (37) le entregó a la cajera de una sucursal de BancoEstado en Concepción.
El robo ocurrió el martes, a eso de las 13:30 horas, en el centro de de la ciudad penquista, en Barros Arana con Lincoyán, con el asaltantes a rostro descubierto, armado con aquel papelito —arrancado de un cuaderno de hojas cuadriculadas— y un supuesto artefacto explosivo, según consignó BiobíoChile.
Espero, como cualquier cliente, a que fuera su turno para ser atendido en la ventanilla, y deslizarle la improvisada amenaza bajo la ventanilla del mesón.
La mujer pensó que era una broma: “¿Me estás asaltando?”, le preguntó, sin entender que ocurría.
Ante su consulta, de su ropa sacó una suerte de mecanismo que emulaba una bomba, dejándolo a la vista. No era un chiste. Ella, nerviosa, le pasó el dinero que había en efectivo: cerca de un millón y medio.
El vuelco delictual
Hasta hace alrededor de un año, el “Loco Toño” llevaba una vida más menos tranquila, en la localidad de Coelemu, Región del Maule, donde se desempañaba para la Forestal León conduciendo una grúa horquilla. Estaba casado desde el 2006 y tenía dos hijos. Además, en sus redes sociales habían manifestado su fastidio con delincuencia en más de una ocasión.
Si embargo, en 2022, le vino un gran vuelco luego que su situación monetaria se viera en aprietos por problemas médicos de su madre y su esposa. Así, en el delito vio una opción, un rubro que prácticamente no manejaba; de hecho, no tenía antecedentes, según el citado medio.
De hecho, según sus cercanos, la única medida que habría tomado para no “dejar pistas” fue raparse, a pesar de que su avanzada calvicie volviera poco efectiva aquella maniobra.
Al momento de ejecutar el ilícito, dejó su auto a unas pocas cuadras del banco en un estacionamiento pagado, donde las cámaras de seguridad abundaban. Su huida fue por donde mismo llegó, sin escándalo, siendo detenido horas después en su hogar, a menos de 60 kms del robo.
Los uniformados del OS-9 de Carabineros lo hallaron con la misma ropa del ilícito. Además, en la sucursal dejó a su suerte el presunto explosivo, el cual en realidad consistía en un reloj adosado a una placa madre con unos cables sueltos.
Este viernes, el hombre fue formalizado en el Juzgado de Garantía de Concepción por el cargo de robo con intimidación, arriesgando una pena de cinco años y un día de cárcel.
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