“Me interesa contribuir a cambiar la realidad para bien del pueblo”: la visión de Gabriel Boric, el nuevo Presidente de la República

Con 35 años, el oriundo de Magallanes se convirtió este domingo en el Mandatario más joven de la historia de Chile. "Podemos ser un eslabón que conecte a las generaciones", sostiene.

Luego de un balotaje histórico, marcado por la alta participación ciudadana, Gabriel Boric Font (35) se convirtió en el nuevo Presidente de la República. El más joven en la historia de Chile.

Este domingo 19 de diciembre, el otrora líder de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), y diputado desde 2013, se impuso al abanderado del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast.

Oriundo de Punta Arenas, Boric se crió en el seno de una familia acomodada, seguidora de la Democracia Cristiana.

En 2009, el hoy Mandatario saltó a la fama cuando, mientras estudiaba Derecho en la mencionada casa de estudios capitalina, fue uno de los impulsores de la toma de un edificio durante 40 días exigiendo la salida del decano Roberto Nahum. Algo que finalmente consiguieron.

A fines de 2011, se convirtió en presidente de la Fech en sustitución de Camila Vallejo, alcanzando con ello el liderazgo de las movilizaciones del alumnado.

De ese puesto, sin graduarse, llegó al Congreso en 2014 como diputado por Magallanes. Cargo político que renovó en 2018 con Convergencia Ciudadana (CS), que forma parte del Frente Amplio (FA), convirtiéndose en el segundo legislador más votado a nivel nacional.

Desde 2022, Gabriel Boric sucederá a Sebastián Piñera en La Moneda y será el nuevo Presidente de la República durante los próximos cuatro años.

¿Qué piensa Gabriel Boric?

En diálogo con La Cuarta, Gabriel Boric compartió una serie de conceptos en medio de su carrera presidencial.

Respecto a la alta votación alcanzada por distintos representantes del FA durante las elecciones de este año, el ex líder estudiantil afirmó que “no hay espacio para celebraciones, para dormirse en los laureles, ni arrogancia; sino entender de que hoy tenemos la posibilidad concreta de llevar a cabo temas por los que hemos peleado hace tanto tiempo y los cuales se conjugan con muchas otras generaciones”.

Además, sostuvo que “hay mucha gente preocupada de salvaguardar su identidad más que de cambiar la realidad. Y a mí lo que me interesa es contribuir a cambiar la realidad para mejor del pueblo de Chile con el pueblo de Chile, más que irme a dormir sintiéndome un santo o un puro en la noche”.

En relación a su decisión de embarcarse a La Moneda, Boric aclaró que “ser candidato a la presidencia de Chile lo entiendo como una responsabilidad muy colectiva. Creo que en política tiene que haber un equilibrio que tienda hacia lo colectivo, entre las ambiciones individuales y las responsabilidades colectivas. Y uno no está en política para hacer carrera personal”.

Sobre el tema generacional, explicó que “nosotros crecimos juntando láminas, jugando tazos, en la calle. Nosotros podemos ser un eslabón que conecte a las generaciones que nos precedieron con las que vienen. Y siento que ese es un posible plus de nuestra generación, que hoy nos toca estar en primera línea de la política. Le viene bien al país salir de esta idea como del club de la unión que era la política durante la transición”.

“Alguien que reivindica la duda”

Asimismo, en conversación con el diario pop, el hoy Presidente de la República indicó a mediados de año que “nosotros tenemos que aprender de los gobiernos anteriores. Tanto de sus aciertos como de sus fracasos. Ponerlo todo en blanco y negro y decir ‘todo lo que vino antes de mí es malo’, sería un tremendo error. La política no es dicotómica, no es de blanco y negro: es de matices y de grises. A mí me interesa mucho conversar con quienes tuvieron responsabilidades públicas antes que nosotros”.

“No es bueno tener ídolos. Porque toda persona en política está llena de grises, pero si tuviera que elegir un referente en la política chilena, sin lugar a dudas el legado de Allende es muy importante, pero me quedo más con Luis Emilio Recabarren y Eugenio González”, complementó.

Finalmente, se autodefinió como “magallánico, cruzado, apasionado y alguien que trata siempre de estar consciente de dónde está y por qué está donde está: o sea, alguien que reivindica la duda como un valor”.

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