Mente de sicopedagoga se quedó pegada en etapa infantil

Sólo cinco cuadras separaban la casa de la sicopedagoga Marcela Marín Cerda (38) de su "amor imposible", su alumno I.S.Y., quien actualmente tiene 16 años.

Esa distancia le hizo más fácil consumar sus patológicos abusos sexuales contra el menor durante un año y medio, pero el mundo se le vino abajo cuando él se atrevió a denunciarla a la justicia.

La atracción enfermiza de la profesora la llevó a perder la tuición de su hijo N.A.R.M., a falsificar documentos del Ministerio de Defensa, a inventar un embarazo, viajes a la playa y redadas, a intimidar a su "amado" y a amenazar de muerte a su familia.

Sus actos le valieron ocho meses de prisión preventiva, antes de ser condenada a 4 años de libertad vigilada por abusos reiterados en contra del niño.

La sentencia también la obliga a dejar su muestra en el Registro Nacional de ADN y le impide ejercer su profesión yacercarse a su víctima.

La mujer siempre trató de llegar a un arreglo compensatorio, pero Liliana Yuz, madre de la víctima, se negó. Tampoco aceptó las disculpas de Marín en el tribunal: "No creo en su arrepentimiento. Tengo miedo de encontrarla o de que mi hijo la vea. Ella va a volver".

Las palabras de Liliana no son al azar. El temor lo explican los exámenes sicológicos hechos por la Fiscalía Sur a la profesora Marín.

Según el informe, "su afectividad se muestra empobrecida, con escaso desarrollo de su mundo vivencial interno".

Los resultados demuestran una personalidad poco evolucionada síquicamente y fijada a nivel "infantil". No es capaz de postergar sus necesidades y sus relaciones interpersonales se caracterizan por la falta de consideración hacia los demás.

"Tiende a dominar a otros. Utiliza mecanismos de seudoempatía y seducción, no evidencia conciencia de transgresión a la norma ni daños causados a terceros como a sí misma", reza el informe expuesto en el juicio. También presenta "exacerbada preocupación por el área sexual". El texto concluye que Marín posee "un nulo aprendizaje de la experiencia vivida".

Pese a lo categórico del informe, el Servicio Médico Legal determinó que la imputada "no padece alteraciones que le impidan distinguir lo lícito de lo ilícito y no le permitan controlarse".

PATOLOGÍA

Como todos los traumas de la vida, las razones del comportamiento de Marín se deben buscar en su niñez.

El sicólogo del Instituto de Criminología de la PDI, Juan Manuel Gálvez, explica que la personalidad infantil se da en personas con alta protección familiar, que crean un mundo interno donde tienen el control y evitan exponerse a relaciones maduras.

"En general, estas personas tienen historias determinadas por situaciones traumáticas. Familias absorbentes, padres sobreprotectores o autoritarios son características de personas que no pueden crecer", señala Gálvez. Marín es hija de un uniformado.

Galvez asegura que el castigo social y judicial que sufrió Marín es suficiente para aprender de los errores, pero si no ocurre un cambio el cuadro sicológico podría ser una patología más complicada.

"Si el informe explica que no aprendió de la experiencia, entonces hay un mal pronóstico", concluye el profesional.

Alfredo Morgado, abogado de la familia, explicó que si ella vuelve a acercarse al menor sufrirá las penas del infierno. "Tiene ciertas limitaciones y si quebranta la ley el beneficio será revocado", explica el jurista.

Actualmente I.S.Y. sigue en el colegio. Cercanos aseguran que ha andado con varias niñas, pero ninguna polola. De a poco se recupera de sus traumas, pero el miedo siempre está presente. Su madre cree que la profesora podría esperarlo en cualquier esquina.

SE LE ARRANCABA LA MOTO POR ENFERMIZA ATRACCIÓN

La enfermiza atracción de Marcela Marín por I.S.Y. comenzó en las salas del colegio particular "Rocío de los Ángeles", de Cerro Navia, durante las clases de desarrollo personal y comunicación audiovisual que se realizan entre 5° y 8° básico.

Según testigos, la mujer se sentaba en las piernas del menor y le hacía comentarios de doble sentido que lo hacían sonrojar. La relación se hizo más cercana cuando I.S.Y. se convirtió en amigo del hijo de Marín, varios años menor.

"Cuando cumplas 14 te voy a hacer un regalo", le repetía la profe cada vez que lo veía. El obsequio llegó la tarde del viernes 22 de septiembre de 2006. Ese día I.S.Y. fue a la casa de la profe, ubicada en calle Florencia. Ella lo tiró a un sillón, lo besó en la boca, le sacó la ropa y abusó de él.

Los encuentros se repitieron muchas veces. Para intimar con el púber, la profesora drogaba a su hijo con fármacos. Le decía que eran pastillas para curar el "cáncer al talón de Aquiles".

Durante un viaje a Mendoza, Marín perdió el control de sus actos. Les dio roncola y vodka con somníferos a varios menores, pero una niña se hizo la drogada y la vio cómo se desnudaba frente a I.S.Y. para luego darles rienda suelta a sus bajos instintos.

Cuando el menor decidió cortar la relación empezó su calvario. La mujer le envió cartas intimidatorias con membrete del Ministerio de Defensa. En cuatro de ellas le anunciaba que iba a ser papá y que le tenía nombre a la bebé: Pascal Agustina.

Muchas veces lo llamó para decirle que los autos estacionados afuera de su casa esperaban una confirmación de su boca para matar a su familia.

ESTOS CASOS YA SON "MODA" EN AULAS GRINGAS

El caso de Marcela Marín ocurre cada vez con mayor frecuencia a nivel mundial.

La profe gringa Adrienne Elizabeth Feistel (34) (en la foto) podría pasar 10 años en cana luego de violar a dos niños de su clase. El juicio en su contra se inicia esta semana.

En 2007, una maestra de lenguaje de California mantuvo relaciones sexuales con cinco niños de 13 a 15 años. Según la investigación, Allenna Williams (24) los llevaba a moteles y todos sus "amantes" eran afroamericanos. Pagó una fianza equivalente a 70 millones de pesos chilenos y cada vez que sale de su casa debe llevar un collar con GPS.

Pero no todas las historias terminan en trauma. Mary Kay Letourneau (47) fue acusada de violar en reiteradas ocasiones a un menor de 13 años, con quien tuvo dos hijos. Fue sentenciada a siete años de cárcel, pero antes de aceptar la pena alegó estar totalmente enamorada de su alumno. Cuando salió del penal se casaron.

Claudio Sanz S.

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