Nos metimos a ver cómo es Fantasilandia en modo Covid

El parque de entretenciones reabrió este domingo. Abundaron los dispensadores de alcohol gel y las cortas filas para subir a los juegos.

En estos ocho meses de encierro la emoción más infartante fue pasar en auto por un lomo de toro, o tirarme para atrás en la silla del escritorio. Sin embargo eso quedó en el olvido cuando llegué ayer a las 11.40, en punto, a la reapertura de Fantasilandia a la que fuimos invitados.

Los más fanáticos, esos que compraron pases anuales y se inscribieron por internet (único método para entrar, por ahora), ya estaban en el interior.

"La temperatura", dice un hombre a la entrada con una pistola láser apuntando a mi muñeca. "35° grados. Adelante", me dice. Ya estoy adentro.

Al ingresar, de inmediato se nota que el parque de entretenciones está en "modo Covid".

El distanciamiento físico, las mascarillas y el alcohol gel son obligatorio como en la mayoría de las cosas que hacemos a diario por culpa del coronavirus.

Tras pasar los controles de acceso, casi tan celosos como para la bóveda de un banco, los juegos están disponibles para la barra, con un aforo máximo actual de 1.800 personas, bien lejos de las 15 mil que recibían hasta marzo.

Picada de la Araña en Fantasilandia

A pesar de que hay pocas y cortas filas, trato de evitarlas, para alejar al bicho de mi vida, pero es inevitable no hacer una mini cola para subir a los juegos más populares.

Sin ser un experto, y de acuerdo a la fila que había para subirse, el Rapid River, el Raptor y el Boomerang acaparan la mayoría de las miradas, y obvio, había que decir presente. Pero fue sin duda alguna el Spider el que se llevó captó la atención de este reportero. Según supimos, su estreno en sociedad fue a principios de año, pero tuvo que cerrar a los dos meses por culpa de la pandemia.

Al sentarse en este juego la cabeza debe quedar pegada al sillín, de lo contrario no cruza la seguridad y habrá que mirar desde tierra. Tras tomar aire y esconder los oblicuos derretidos, pude apretar el cinturón de seguridad. Comenzó la acción.

El juego llega a los 30 metros de altura, y es lo más parecido al entrenamiento de los astronautas antes de ir al espacio. No lo digo yo, lo dice Hollywood.

Al borde del desmayo, veo que mucho se acobardaron y decidieron mirar desde la segura tierra. Tras varias vueltas, que es como estar en una lavadora, el Spider empieza a frenar, mientras la sangre vuelve a circular con normalidad. Misión cumplida, y en el "adrenalinómetro", el juego se lleva un 7 de nota.

A pesar de la poca gente en esta reapertura, hay que armarse de una breve paciencia, ya que los juegos deben ser higienizados cada vez que se ocupan. Pero tras 4 minutos ya estoy de vuelta para subirme.

El día termina, y para hacerle reverencia al siniestro Halloween, voy a la Casa Encantada, pero está cerrada. Claro, todos los juegos que funcionan bajo techo en Fantasilandia estarán con candado, pero eso no importa. Había que saludar a la Momia y a Drácula, aunque me quedé con las ganas.

La jornada termina, y solo un par de aspirinas separan el inicio de esta crónica, pero como es la primera salida en este encierro el dolor de cabeza se va rápido.

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