La reapertura de forma parcial de la Línea 4 desató el colapso en el terminal Quilín, que no estaba preparado para recibir a tanta gente. Durante la tarde, en Cementerios, usuarios se asustaron con ruidos y chispazos.
Una nueva y difícil jornada tuvo el Metro de Santiago. La apertura de un tramo de la Línea 4, entre Tobalaba y Quilín, fue una buena noticia para los pasajeros, pero desde que abrió el trayecto, a las 6.30 horas, el colapso se adueñó de la parada terminal.
Bajo la nueva modalidad, se implementó el sistema de accesos controlados. Y ese fue el primer drama, pues Quilín se hizo chica para el ingreso de un verdadero mar humano.
Se formaron filas enormes, producto de que más encima los torniquetes no dieron abasto. De ahí que llegó un momento en que se decidió dejar pasar a la gente sin pagar, lo que fue solicitado por Carabineros para dar orden al lugar en medio del caos.
Si bien con el correr de las horas el sistema se fue normalizando, el inconveniente mayor se dio en la estación Cementerios de la Línea 2. Pasado el mediodía, en dirección hacia Zapadores, hubo explosiones y chispazos en las vías que hicieron detener un tren en medio de la histeria.
"Parece que algo venía arrastrando el vagón y hubo una explosión", señaló un usuario en un registro audiovisual, que compartió por redes sociales y que obligó a suspender por un momento el servicio.
En horas más tardes, desde Metro se habló de un arco eléctrico, una descarga que se forma entre dos electrodos sometidos a una diferencia de potencial en el seno de una atmósfera gaseosa, lo que hizo entrar en reparaciones.
Otra estación que vivió manifestaciones en su interior fue Inés de Suárez, de la Línea 6, donde gente se subió a los pórticos de ingreso de estación, según quedó registrado en un video.
Para esta jornada Metro anunció que tendrá disponible el servicio desde las 7 hasta las 20 horas, manteniendo las estaciones que estuvieron abiertas en la jornada de ayer.