Michelle Bachelet cuenta la dura: ''bailo apretado y como venga''

Cuando chico me decían "pata de lana''. Tenía pie plano y mi mamá me llevó al Traumatológico de la calle San Martín para ponerme plantillas. Fui siempre esquivo a ese par de accesorios de cuero. Primero, porque me pasaba cayendo, y segundo, porque la única forma de ocuparlos en esa época era con bototos o zapatillas con caña. Y me daba vergüenza ir al colegio así.

Era imposible que no se me viniera a la cabeza esta imagen, pues casi 36 años después estuve a punto de caer. El escenario es distinto. No estaba jugando a la pelota ni en el recreo de básica. Una chasquilla de una gruesa alfombra gris amarillenta se enredaba en mis zapatos. Era el segundo piso de La Moneda...

Informalmente es el "Salón Amarillo", pero fue bautizado como el Salón Carrera. Ahí, mirando los retratos de José Miguel y Javiera, esperábamos junto al fotógrafo a nuestra entrevistada: Michelle Bachelet.

Con él comentamos lo de mi tropezón que había sucedido hace un rato, pero inmediatamente pasó a segundo plano, pues el edecán de Palacio nos informó que la Presidenta nos atendería en cinco minutos más.

Como si fuera una clase de historia para la barra pop. En el segundo piso la Mandataria ronca. Ahí tiene su oficina, ahí se corta el futuro del país, y ahí han rodado -también- un sinnúmero de cabezas durante todos los gobiernos desde 1845.

Y seguíamos esperando. Pero valía la pena. No siempre se está en el salón donde algunos de sus muebles pertenecieron a la familia  del general Carrera. Tiene dos candelabros de plata con seis velas cada uno, dos alfombras dantescas, una lámpara de lágrimas de cristal con 30 ampolletas que termina en punta, mucho mueble enlacado café, una decena de jarrones y, por el frente, un balcón ornamentado con una cortina de seda azul. Había que asomarse. Claro, se ve la Plaza Constitución de pé a pá. Estábamos en la mismísima terraza donde se asomaron a saludar el "Chino" Ríos, Massú, González, la Roja y hasta Juan Pablo II. O sea...

Pero nos fueron a buscar. Y entramos al despacho de la Jefa, la misma que se  levanta a las cinco de la mañana y se acuesta cerca de la medianoche. Dice que para ella es normal dormir poco y que queda bien con pocas horas.

- Yo andaría muerto de sueño, Presidenta. Uno es bueno para la pestaña.

- Ya estoy acostumbrada... es que cuando hay que preparar las cosas del día siguiente, uno se preocupa y a veces me dan las dos y las tres.

- ¿Y las cuatro y las cinco y las seis, como Joaquín Sabina?

- Jajajá. Pero igual despierto temprano. Ahí leo los diarios y me preparan una síntesis. Además que vienen con fotocopias, porque no todos me llegan tempranito. También veo los matutinos de la región, más Europa y Estados Unidos.

- Pero tiene que comer entre medio, pues...

- Pero no crea que tanto. Yo misma me preparo si estoy en mi casa. Una rodaja de pan negro con quesillo o palta. Sería. Y en la Moneda un café nomás.

 - Cuando usted terminó su anterior mandato, ese día final, ¿pensó en regresar a La Moneda como Presidenta?

- Para nada, tanto es así que no hubiera aceptado el cargo en Naciones Unidas. De hecho, volver fue una decisión difícil y compleja, porque yo había aceptado un cargo que duraba cuatro años.

- Y cuándo dijo “ya, vuelvo’’.

- Las cosas se fueron dando, empezaron a llegar muchos recados de gente que me visitaba en Nueva York, mi misma mamá me decía “mijita, yo creo que vas a tener que volver porque la gente pide que seas candidata de nuevo’’. Lo fui madurando de a poco, pero le diría que la decisión definitiva la tomé poco antes de volver, porque estaba tensionada entre ¿qué hago, mi tarea global, mi deber con mi país?

- Complicado, pero está contenta ahora.

- Obvio.

- En las elecciones se dio después el fenómeno de que dos mujeres llegaran a segunda vuelta, y en nuestro diario el título fue “En Chile manda la falda’’, aunque en realidad mandaba calzón… ¿Qué sintió cuando se produjo eso?

- Fue un hito histórico, porque por primera vez había tres mujeres de candidatas en la primera vuelta y que dos llegáramos a la segunda demostró que Chile es un país que ha avanzado. Tenemos presidenta del Senado, presidenta de la CUT, presidentas de federaciones estudiantiles grandes. Creo que las mujeres han ido tomando más espacio en los niveles de decisión, pero todavía hay que seguir avanzando.

- Pasando a otra cosita... ¿Usted cocina?

- Cuando puedo, sí, me encanta.

- Me contaron que la cazuela le queda extraordinaria, cuente la receta...

- Bueno. Mire... Primero tiene que hacer un sofrito con carne o pollo, después le agrega las especies. Ahí sin apurarse se le dan un par de vueltas con la cuchara de palo, ideal. Después le pone el agua y después el arroz, la papa, el poroto verde, la zanahoria, el choclo y el zapallo.

- ¿Y no la hace con fideos o con sémola?

- No pues. Mi receta es con arroz, y como le dije. ¿Me entiende?

- Sí, perfecto... Sorry. ¿Y cuándo la pica finita?

- Hay algunos domingos. Cuando puedo, se dan los tiempos y no pasa nada extraordinario en el país, ahí yo invito a almorzar a mi familia a la casa. Vienen mis hijos, mis nietos y mi mamá, y yo les cocino. Pero no les cocino cazuela, porque no son tan cazueleros como yo. Pero ahí les preparo pastas y mariscos.

- ¿Y se peina con los mariscos también?

- Obvio. Me resulta muy bueno un chupe de langostinos y ostiones con un poco de merkén. Me queda  exquisito.

- ¿Hace cuánto tiempo que no plancha, Presidenta? Su traje parece una pintura. Está espectacular.

- No crea que no plancho hace mucho, los fines de semana, sin duda que plancho.

- ¿Y en los viajes lleva su plancha chica?

- Ya no. En los hoteles hay. Recuerdo que llevaba un aparato que es como una plancha a vapor, en que uno cuelga la ropa y la pasa.

- ¿Lo compró en el “Llame Ya’’?

- Jajajá. No, alguien lo encontró y me lo regaló para una Pascua.

- ¿Cuál es la pilcha que para usted es más difícil planchar?

- Yo creo que la camisa de hombre.

- ¿Planchó algunas para su hijo?

- Claro, y para mi marido algunas veces, sí. La buena noticia es que ahora hay muchas telas de esas que no se arrugan.

- Cuando usted era chica y le preguntaban “¿a quién quiere más al papá o a la mamá?”, qué respondía?

- ¡A los dos, pues! Yo tenía una relación muy particular con mi papá, porque era la niñita de sus ojos, pero me llevaba muy bien con mi mamá. Mi papá era muy juguetón, nos perseguía, nos pescaba de los pies y nos botaba en la arena de la playa. Le gustaba jugar con nosotros, sus hijos, y después con sus nietos también. Conoció al primero de sus nietos, el hijo mayor de mi hermano. El amor hacia ambos era parejo, pero debo reconocer que mi papá era muy cercano conmigo.

- ¿Era una niña tranquila, juguetona, amiga de sus amigos, enamoradiza, revoltosa?  ¿Cómo se definiría?

- Todo lo anterior, diría.

- ¿Enamoradiza?

- Sí, pero nunca tanto. Tengo una foto del jardín infantil en que  tenía mi pololo. Me acuerdo de él, era bien morenito y yo era bien rubia, de pelo blanco, y yo lo defendía porque le decían pesadeces. Andábamos de la mano, él era hijo de un oficial de la Fuerza Aérea e íbamos juntos a la misma escuela.

- ¿A qué jugaba?

- Era la hermana menor de un hermano mayor hombre, entonces participaba en los juegos de él. Nos subíamos a los árboles, jugábamos a la guerra, y yo participaba como hermana chica. A mí me gustaba jugar con perros.  Después, más grande, seguí con el vóleibol, la natación y después he aprendido a gozar del fútbol.

- ¿ Y cuando pequeña soñaba con ser Presidenta?

- Nunca, jamás. Yo quería ser como Alex Schweitzer, ese doctor que se fue a África a ayudar a la gente más pobre. También leí un libro sobre la vida de los microbios, que hablaba también de los hallazgos, de los distintos descubrimientos científicos y de Marie Curie, pero le dieron el Premio Nobel al marido y a ella también, pero de pasadita. Eran otras épocas. Pero a mí siempre me gustó la idea de curar, sanar. Ser doctora.

- ¿Y los amores de universidad?

- Obvio que tuve, pero voy a usar aquí la figura femenina de un concepto masculino que dice que los caballeros no tienen memoria.

- ¿Se acuerda cuando se les escapó un zapato al inaugurar un recinto deportivo? ¿Le quedaba grande?

- Fue en el estadio de Temuco, para el Campeonato Mundial Femenino. Di un puntete, se soltó la parte de atrás y salió volando. Cómo voy a olvidar eso, si me llegó una carta de (Joseph) Blatter (presidente de la FIFA), mencionando el hecho, y un recorte de China haciendo alusión a lo ocurrido.

- ¿Cómo es el clóset de la Presidenta?

- Cuando fui ministra tuve que partir corriendo a una tienda y comprarme un traje de dos piezas, porque yo nunca había usado uno.

- ¿Qué color de ropa le gusta? ¿Le agrada el rojo, no?

-No sé, me encanta el negro, pero no puedo andar siempre de negro, porque uno cree que puede verse más delgadita de negro tal vez, ¿no? Pero me gustan el rojo, el azul marino.

- ¿Y los zapatos?

- También soy de zapatos más cómodos. Me gusta estar cómoda, porque soy de verse digna, pero también cómoda. Una vez me criticaron por haber usado un traje más de una vez, pero ponerse dos veces el traje en ocho años no me parece tan dramático. También uno tiene que tener austeridad.

- En La Cuarta utilizamos el término “yunta’’ cuando se tiene un muy buen amigo. En el caso de los jefes de Estado, ¿usted se lleva muy bien con alguna autoridad en especial? ¿Su presidente preferido?

- No, no hay ningún presidente preferido. Ahora, Pepe Mujica (Uruguay) es muy reflexivo y hay otros que tienen sus cosas.

- ¿Usted sabe que La Cuarta le dice Jefa? ¿Le gusta que la llamen así?

- Cómo no voy a saber, porque gracias a eso es que aquí en La Moneda me llaman Jefa también.

- ¿Le gustó el titular de nuestro diario que decía “La Batijefa”?

- Yo me enteré cuando estaba en vuelo a China. Un parlamentario me hace el comentario y pensé que me estaban tomando para el chuleteo.

- Bueno, en la próxima película de Batman tendrá como fondo una pelea con Superman y en ese contexto existe un vínculo con Isla de Pascua y sale la Presidenta de Chile. Hay una actriz que la interpreta a usted. ¿La vio?

- Vi la foto.

- ¿La encuentra parecida?

-Parece que no. Lo importante de todo esto es que Chile aparece en el escenario internacional y eso es interesante. Además, tenemos que conocer el guión para saber en qué contexto. De todas maneras que se singularice como una presidenta chilena, es bueno para el país que aparezca. Seguramente será una película con mucha audiencia.

- Cambiando el tema, Presidenta, ¿es una opción para usted rehacer su vida de pareja en estos años?

- Dado el grado de vida ocupada por este cargo hoy día, a lo máximo que aspiro es a poder tener tiempo para el trabajo y un poco para la familia. Es a lo máximo que aspiro, porque el tiempo no me alcanza para nada: veo poco a mis nietos, veo poco a mis hijos, aunque uno de ellos tenga un cargo. A mi hija la veo cuando llego a la casa en la noche tarde. La vida es lo suficientemente ocupada para tener espacio para aquello. Siempre he dicho que nunca me jubilaré, pero la verdad es que se ve muy poco probable y no hay tiempo y prefiero dedicarlo al trabajo y la familia.

- Entre los roles que cumple su familia, está el de su madre, Ángela Jeria. ¿Le sopla mucho?

- No me sopla nada, porque mi madre es una mujer súper discreta,  criteriosa.

- Pero ella fue clave al decirle “la gente te está llamando, ¿por qué no respostulas?’’...

- Claro, me dijo, “yo sé que tú lo estás pensando, pero no creo que tengas mucha opción’’.

- ¿Cómo evalúa en forma general los temas de desempleo, las reformas?

- Como hemos dicho en más de una ocasión, el país desde hace más de 18 meses que viene en un proceso de desaceleración económica. Y nuestra preocupación ha sido tomar todas las medidas para tratar de revertir esta situación. Hablando con empresarios, con inversión pública para que la lleven adelante los privados, para que se genere empleo.

- Está complicada la cosa... 

- Yo entiendo que siempre los cambios generan sensaciones de inseguridad, pero nosotros queremos que los cambios sean para mejor, para que la gente viva mejor, para que tenga opciones educacionales que le permitan luego un trabajo más interesante y mejor remunerado.

- ¿Cuál es el sello de este gobierno en comparación con el anterior de Michelle Bachelet?

- Yo diría que tiene una misma característica común, y es querer que la gente viva en mejores condiciones de bienestar, con sus derechos garantizados y con mayores oportunidades para ellos y sus hijos. ¿Y qué es lo clave para toda familia? Primero, educación; segundo, vivienda, aparte de empleo, obviamente. En educación nosotros queremos hacer la reforma porque, la verdad sea dicha, cuando uno ve todos los test la educación que estamos entregando en nuestro país, no sólo en la educación pública, también en la subvencionada particular y en alguna particular, no es de la calidad que se merecen nuestros chiquillos.

-  ¿Y la reforma tributaria?

- La reforma tributaria la hicimos, justamente, para tener recursos y que no dependa de si la economía está bien o mal para mejorar la educación y la salud. Esperamos hacer un esfuerzo en las pensiones. En vivienda nosotros heredamos más de 55 mil subsidios habitacionales en que estaban los papelitos, pero las personas no tenían los proyectos, nada. Ya hemos resuelto más de 35 mil casos y esperamos resolver a la brevedad el número de más casos heredados, porque hay una lista de gente que no tiene todavía el subsidio en sus manos, y aquí estoy hablando de subsidios tanto  para gente vulnerable como para la clase media.

- Desde que llegó la democracia, muchos Presidentes han bailado cueca, dentro del protocolo por supuesto, pero la única autoridad que baila de todo, es usted. ¿Cuál es su baile preferido?

- Me encanta bailar, bailo donde puedo, cuando puedo y bailo todo lo que se pueda.

- ¿Y apretado? 

- Como venga. Me gusta la cumbia. La cumbia como la bailan los colombianos es preciosa. Bueno, ellos lo hacen con una velita en la mano. Cuando era chica bailaba rock and roll y twist. ¿Cómo se llama esa cosa que se pasaba bajo un palito?

- Limbo.

- Limbo, cuando chica yo bailaba limbo.

- ¿Y ahora?

- No, ahora ya no estoy para limbo claramente. Me quebraría en partes. Me gusta bailar de todo.

- ¿Tiene algún tema o cantante favorito?

- Temas son tantos, pero para mí siempre fueron muy importantes Los Beatles, porque desde el comienzo y hasta que terminaron su carrera fueron buenos.

- Imagínese acostada en su cama, con un picadillo, un pisco sour, frente a la televisión y que le dejen elegir la película que usted quiera. ¿Cuál escogería?

- Me gustan las películas de detectives, hay unas geniales de este detective Wallander, que hay dos versiones, una sueca y otra de la BBC. Y hay otra de un detective italiano, Camilieri.

- ¿Hay algunas que haya visto varias veces?

- En mi época de beatlemaniaca entré a ver 17 veces una y como 20 veces otra. Tenía como 13 o 14 años. Algunas que son como chiste familiar, como “La Princesa Prometida” que llamamos con mi hijo “La Princesa Repetida”, porque la daban a cada rato en la televisión, y la veíamos una y otra vez.

- ¿Qué le pareció la falla del Metro?

- Gravísimo y por eso es que acepté la renuncia del presidente de Metro y pedí no sólo conocer los detalles de las fallas, las causas, sino también esencialmente cuáles son los planes para que podamos asegurar que el Metro esté en condiciones de mantenimiento, de fiscalización y de capacidad humana.

- Pero tres días después de esa falla volvió a ocurrir otra el lunes siguiente. Se pidió la salida del ministro de Transportes y usted lo respaldó, Presidenta…

- Creo que lo primero que hay que hacer es saber qué está pasando con Metro y eso es lo que pedimos. En el primer evento vino una comisión de expertos franceses y también chilenos. Ellos entregaron un informe muy detallado. Yo les he pedido una labor muy exhaustiva de identificar si faltan profesionales. A lo mejor hay poco staff. Saber cuáles son los problemas que están teniendo y que se tomen las medidas. Todos los Metros del mundo tienen fallas. Sin embargo, cosas como las que estamos viviendo hoy en día no pueden volver a suceder. Esa es la indicación que yo le he dado tanto al ministro de Transportes y al presidente nuevo del Metro, como al gerente general. Ellos van a estar trabajando para tener un plan de fortalecimiento de todas aquellas áreas que tanto el informe de los expertos como las directivas actuales encuentren en que Metro no esté cumpliendo con los estándares que corresponden.

- ¿Cuál es el sobrenombre que usted encuentra más chistoso para sus ministros? ¿“Onur”, por Elizalde, o “Peinadillo”, por Peñailillo?

-Jajajajá… No había escuchado el de Peñailillo… jajajajá.

-A La Cuarta nos envió una carta el ministro Elizalde, felicitándonos por los 30 años y firmó Álvaro “Onur” Elizalde.

-¿En serio? Bueno, yo le dije eso una vez porque las mujeres andaban diciéndolo. Unas señoras estuvieron mandándole saludos a “Onur” y yo que ni siquiera había visto la teleserie debí averiguar de qué estaban hablando. Pero debo reconocer que “Peinadillo” por Peñailillo es muy gracioso.

-Palta Meléndez imitaba a Aylwin, Olavarría imitaba a Frei, Kramer imitaba a Piñera, ¿a usted le gusta la imitación que le hace Natalia Cuevas?

-La verdad es que la he visto una sola vez…

-¿Encuentra que se le parece?

-No.

Muchas gracias, Presidenta...

-Igualmente.

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