Gracias a la microscopía, hoy sabemos que todos los organismos están formados por células, pero para haber concluido y afirmado empíricamente esta aseveración, los científicos debieron desarrollar instrumentos viables para generar tal conocimiento.
Este desarrollo comenzó en los albores de siglo XVI. Para ver las células se necesitó la invención de un instrumento que fuera capaz de distinguir detalles finos y precisos de una muestra, objeto o tejido, con un mayor poder de ampliación y resolución que el del ojo humano, denominado Microscopio.
Aunque inicialmente usaban luz natural y lentes de cristal para proporcionar el aumento, tal cual lo hace una lupa, se utilizaron para explorar con mayor perfección la unidad básica de la vida, la célula.