El campamento Esperanza todos los días vive momentos de emoción y ayer fue uno de los más especiales, porque la T-130, la misma que perforó 622 metros, se retiró de la mina San José entre aplausos.
Fueron 36 días los que la máquina estuvo trabajando casi sin descanso, hasta lograr la perforación, que permitirá en las próximas horas sacar a los 33 mineros atrapados.
Cuando el reloj marcaba exacto las 11.30 de la mañana, la máquina de color blanco y rojo comenzó el lento descenso desde el campamento y su regreso a la mina Collahuasi, en la Región de Tarapacá.
El camión que la llevaba se fue en medio de los gritos, aplausos y alegría de todos los familiares, quienes la reconocieron como una verdadera heroína.
Luis Flores Gómez fue el encargado de conducir la T-130 por el campamento y a los primeros metros ya se veía muy emocionado.
"Es realmente impresionante todo lo que hemos vivido. Estoy muy contento y orgulloso del trabajo que realizamos", dijo el hombre a La Cuarta.
VIAJE
Como es costumbre, cada vez que ocurre un hecho histórico en el campamento, la "alcaldesa" María Segovia guaripoleó los festejos de familiares y amigos.
Durante el casi medio kilómetro de recorrido, la hermana del minero Darío Segovia caminó junto a Jeff Hart, uno de los operadores de la T-130 y el que tuvo la misión de romper el taller en la segunda perforación.
El gringo fue despedido como un verdadero héroe, mientras caminaba junto al resto de sus compañeros al frente de la máquina salvadora, como si estuviera marchando.
"Esto es realmente una locura, pero estamos todos muy contentos de haber logrado algo que le devolvió la esperanza a las familias de los mineros atrapados", dijo un emocionado Hart, quien viajó desde un pololito en Afganistán para tirar sus manoplas sobre la T-130, cuyo nombre completo, según la empresa fabricante, es el de "Schramm T130XD".
María Segovia repartió abrazos a todo el mundo de tan contenta que estaba. "Siempre supimos que la T-130 iba a lograr rescatar a nuestros mineros, por eso la despedimos con tanta alegría, porque gracias a ellos van a estar muy pronto con nosotros", dijo con la camiseta de Geotec bien puesta.
Héctor Ticona, padre de Ariel, también estaba feliz y demostró su agradecimiento ante la maquinaria.
"Es increíble que la vida de mi hijo y sus compañeros haya dependido de una máquina, pero estamos todos contentos porque el rescate está cada vez más cerca", contó feliz al diario pop.
La máquina T-130 volverá a sus labores en la mina Collahuasi, con la satisfacción de haber participado en su perforación más histórica.
SALVACIÓN GRINGA
La empresa Schramm, creada en 1900 por Chris Schramm, se especializó en construcción de motores para compresores en la ciudad de Pensilvania, Estados Unidos. Fue en 1970 cuando la empresa comenzó a crear equipamiento para perforaciones.
La T-130 es una de las 13 máquinas que se venden para minería, búsqueda de metales preciosos, recursos naturales y pozos. El emblema de la empresa es "Maquinaria pesada para trabajos pesados".
Edward Breiner es el Gerente de Schramm y está al tanto de todo lo que ocurre en Copiapó. "El capataz y el manager de la obra nos envió por email una foto de la celebración. Estamos muy orgullosos del logro", contó a un canal de Pensilvania.
"La T-130 es un martillo de un millón de dólares y que pesa 35 a 40 toneladas. En términos de perforación tenemos un buen nombre y reputación, no podríamos sorprendernos de que nuestro martillo sea capaz de hacer lo que hizo, y por supuesto que celebraremos una vez que salgan a la superficie todos los mineros", remachó.
"SIN PLAN B HUBIERAN PERFORADO HASTA NAVIDAD"
"Con tranquilidad y orgullo, podemos decir que hemos cumplido", lanzó Walter Herrera, gerente de calidad y riesgos de Geotec, la empresa que trajo la inmortal T-130 al campamento y que comenzó a perforar por 33 días ininterrumpidos, desde el 7 de septiembre pasado.
"Contábamos con la experiencia técnica para realizar la labor. Era importante la prudencia de las autoridades para definir los tiempos", remachó el capo antes de salir.
A través de un comunicado, la filial latinoamericana dueña de la empresa perforadora agradeció las muestras de apoyo y contó que sin la máquina, las labores se habrían extendido por dos meses.
"Si Layne Christensen y Geotec no hubieran estado en la mina San José, es probable que el 'Plan A' y el 'Plan C' hubieran tenido que perforar hasta Navidad antes de terminar el ducto", señalaron desde la empresa.
"Nosotros acortamos en más de dos meses los plazos originalmente estimados", agregó Dave Singleton, presi de la división de investigación de aguas de Layne Christensen.