En el mundo existen miles de formas de comunicarse, y desde 1876 que la gente lo hace mediante el teléfono. Pero si Graham Bell se levantara de la tumba, sencillamente se volvería a enterrar, pues su invento estrella ha dejado de ser utilizado por las nuevas generaciones.
Es cosa de recordar la última rutina de Felipe Avello en Olmué, donde además de dejarnos súper claro que estaban matando a un hueón, entregó una interesante reflexión, que a modo de chiste sirve para graficar esta crisis de comunicarse desde un lado al otro de la línea telefónica.
"Antes, cuando uno quería conquistar a una chiquilla había que ser valiente. Si quería hablar con ella, tenía que levantar el teléfono, y del otro lado el que le contestaba era el papá, y nunca en buena onda... Ahora, en cambio, todo es más fácil: WhatsApp. 'Hola, ¿estás? XD, penétrame'", fue su muy acertada apreciación.
Estos nuevos códigos de relación se conocen bajo el concepto de "La Generación Muda", millennials que usan el celular para explotar todas sus funciones, menos para llamar por teléfono.
Bajo la lupa
Un estudio realizado por la compañía británica "Ofcom Communications" reveló que los jóvenes de entre 16 y 24 años con suerte han realizado una llamada telefónica en sus vidas, siendo ya casi unos fenómenos aquellos que se han atrevido a realizarlas en más de una oportunidad.
Es tanto a lo que ha llegado esta tendencia, que un 49% de los participantes de esta investigación aseguró que, aunque se encuentre en la misma pieza, prefieren enviar un mensaje por alguna de las redes sociales que conversar, y esto tiene que ver con que simplemente se acostumbraron a la comunicación de manera más impersonal.
Uno de los problemas de todo esto, según la neurocientífica Sophie Scott, especialista en este tema, es que "la interacción basada en texto es dura, porque pierdes todo lo que tienes cuando alguien te está hablando. Así que no sólo no tienes cara, tampoco tienes voz, ni emoción, ni entonación, ni todos los elementos que escuchas cuando alguien te habla", creando una sociedad de individuos que evitan el contacto.
Adiós, romanticismo
Guillermo Rivera Reyes es un chef aventurero. Por estos días, el treintañero está haciendo patria en la Patagonia, con un interesante proyecto. "WhatsApp me mantiene comunicado con mis amigos, pero a mi familia sigo llamándola, porque es algo que tengo súper interiorizado", cuenta el talentoso cocinero.
Y aunque esta tendencia a dejar de marcar el teléfono le da nostalgia, no lo sorprende. "La era digital ha logrado que las relaciones, diálogos o reuniones sean cada vez menos frecuentes. La impersonalidad ha ganado terreno, sobre todo gracias a la inmediatez", cree Guillermo.
Sobre cómo fue su experiencia con la oreja caliente y la mano acalambrada, Rivera Reyes es claro. "El pasado tenía algo de mística, de magia... la interacción era muchísimo más honesta y real. Recuerdo que a principios del milenio, cuando viví mi primer pololeo, disfruté de esas largas conversaciones. Qué pena que se estén extinguiendo", cierra.
Está pasando
La tendencia de no hablar por teléfono es algo que por estos lados ya se estila. Así lo deja claro Daniel Rojas (19), estudiante de Ingeniería Mecánica. "Prefiero usar las aplicaciones en vez del teléfono, porque siento que es más privada la comunicación entre las personas. A veces da vergüenza decir algunas cosas, y es más fácil escribirlas", admite el joven.
El tema de la rapidez y la masividad también es algo que los millennials criollos toman en cuenta a la hora de comunicarse mediante redes sociales y no por llamados. Así al menos le pasa a Jorge Hidalgo, quien a sus 16 años casi ni usa el teléfono.
"Prefiero ocupar las redes sociales antes que el teléfono, porque puedo hablar con más personas al mismo tiempo y más rápido. No pierdo mi tiempo", analiza el escolar.