Una irregular, pero rentable tendencia inmobiliaria se ha masificado entre algunos jóvenes que tienen visión de negocios, pero poco y casi nada de ética.
¿De qué se trata? Estos muchachos arriendan departamentos de una pieza y un baño, los populares home studio, ubicados idealmente en Santiago Centro o en el sector oriente (por los que pagan en promedio unos 300 mil pesos), los que dejan full equipados, pero en vez de instalarse allí a vivir, los publican en los sitios y aplicaciones de arriendo de departamentos por día.
Esos anuncios son visitados altamente por turistas o por personas que necesiten quedarse por un par de días o una temporada, y que opten por esta alternativa por tratarse de algo bastante más barato que un hotel, y mucho más íntimo, ya que ellos mismos manejan sus tiempos, así que el público objetivo es amplio.
Es decir, para estos "millennials emprendedores", negocio redondo, ya que se pagan unos 40 mil pesos diarios, en promedio, por cada arriendo. Eso sí, algunos incluso van un paso más allá, pues ofrecen hasta mucama, mayordomo o servicio de aseo, como un verdadero hotel.
Sin embargo, los grandes perjudicados son los dueños de estos inmuebles, ya que ellos se quedan con la idea de que a esa persona a la que le pasaron su propiedad es la que vivirá allí, y jamás se les pasa por la cabeza que un tercero hará un subnegocio con su inversión.
A los usuarios que requieren este servicio temporal, les da igual saber si esa persona que les pasa las llaves es o no el dueño de la misma. Simplemente aprovechan una buena oferta, la toman y se quedan allí, llenando el bolsillo de este subarrendatario, que a espaldas del propietario monta lo que parece un negocio perfecto, pues en el papel no deja huella.
¿Viveza o delito?
Lo que para algunos parecería una jugada maestra de estos jóvenes, en el fondo va contra todo tipo de regularidad, ya que en el contrato que firman, regularmente se establece que los home studio no se pueden subarrendar, ya que cuentan apenas con un dormitorio.
Entonces, hacer negocio con una propiedad sin autorización de su dueño, es algo que puede costarle caro a quien trate de hacerse el listo.
Así lo explica Francisco Ackermann, gerente comercial de Capitalizarme.com, quien ayuda a los dueños a estar atentos, para que ningún arrendatario se gane unas lucas extra a costa de sus esfuerzos. "Por lástima, estos casos ocurren -y bastante- en la industria inmobiliaria", admite el especialista.
A modo de recomendación, el experto apunta que "los dueños de una propiedad, lo primero primero que deben hacer, es coordinarse con la administración del edificio e informar el nombre de los arrendatarios y, a la vez, que ellos tengan un registro con el control de acceso de las visitas que entran y salen del recinto. Cuando pasan este tipo de malas prácticas, es porque la administración correspondiente no está haciendo bien la pega, o puede ser que incluso hasta estén involucrados en el negocio", alerta.
Otra cosa fundamental para no ser embaucado así, añade Ackermann, es que "el dueño, de vez en cuando, debe darse una vuelta por el edificio, y ver si realmente con quien firmó el contrato de arriendo esté viviendo ahí".
¿Cómo reaccionar?
En caso de que usted descubra que un "niño rata" está usufructuando de su bien raíz, el hombre fuerte de Capitalizarme.com recomienda "dar por terminado de inmediato el contrato de arriendo, y continuar con el proceso para que el arrendatario deje la propiedad".
Aunque la ira pueda embargar el dueño, Ackermann puntualiza que "lo ideal es que esto pase en buenos términos y evitar llegar a lo legal". En todo caso, no siempre se podrán manejar las cosas de forma diplomática. "Ahora, si el arrendatario no reacciona de la forma correcta, simplemente hay que irse por la vía legal, aunque el trámite sea engorroso", cierra el experto.