Luis Camus fue uno de los primeros empresarios mineros de Antofagasta. Su imperio comenzó a expandirse con facilidad por los lugares aledaños, con ello llegó el dinero y el anhelo de afincarse para siempre en esa zona.
Así, escogió la esquina de Avenida Argentina, Bolívar y José Santos Ossa para levantar su fortín. Una vistosa casa de tres pisos que tempranamente quedó sola. Camus falleció en un grave accidente dejando sola a su viuda, Carlota.
Para ayudarse a superar la pena, la mujer trajo a vivir con ella a un sobrino. El niño, afectado por una extraña enfermedad, estaba siempre en el hogar. Su única vía de escape era tocar un viejo violín que se escuchaba en toda la cuadra. Día y noche, el joven mitigaba parte del dolor que vivía la viuda de Camus, hasta que un día los acordes se apagaron para siempre. O al menos, eso parecía.
La muerte del niño enlutó nuevamente a la casa. Al poco tiempo falleció la señora Carlota, dejando el lugar a su suerte, ya que los Camus nunca tuvieron hijos.
Un doctor se hizo cargo de la casa, instalando ahí su consulta médica.
Fue en esos años cuando comenzaron los hechos paranormales. De la nada se oía la melodía de un violín bajando por las escaleras. Los vecinos fueron los primeros en alertarse por los acordes que emergían desde la casa. Rápidamente creció el rumor de que el espíritu del niño aún habitaba la casa.
Con el paso de los años la residencia cambió muchas veces de dueño. También lo hizo de rubro. Fue utilizada como salón de baile por los burgueses de Antofagasta, también se utilizó como un lugar clandestino para el juego, pero adquirió popularidad cuando se convirtió en una casa de remolienda en los 60.
"El Castillito" era el sitio en donde todos iban a olvidar las penas. Fiestas, jarana y furtivos amoríos eran en ocasiones interrumpidos por el sonido de un solitario violín que acompañaba los festejos. Y mientras los habituales aseguraban que no se asustaban por las inexplicables melodías, algunas mujeres expresaban todo su miedo cuando el niño comenzaba su recital.
Pese a todo, la desgracia continúo rondando el hogar. Una cortesana fue asesinada salvajemente por un cliente, quien dejó el cuerpo escondido entre las piezas para no ser descubierto.
Desde día el sobrino de Camus ya no estaba solo como custodio de la casa. El espíritu de la mujer se quedó para encontrar la paz que le fue arrebatada.
Con el cierre del prostíbulo, el sitio volvió al abandono por algunos años. Eso hasta que miembros del Partido Comunista utilizaron las instalaciones como centro de reuniones para luchar contra la Dictadura.
La historia...
Se dice que en esos años hubo otra muerte en la casona. Agentes de seguridad del gobierno habrían asesinado a uno de los opositores.
A la música del violín se sumaron presencias misteriosas que merodeaban por distintos sectores de la casa. Luces y sonidos que hacían retumbar cada habitación fueron la tónica durante el siguiente período de abandono.
Todo hasta que un grupo de arquitectos se enamoró del entorno y adquirió la casa. Refaccionaron el lugar para que volviera a ser admirado por la comunidad, pero los fantasmas no se fueron... y comenzaron a convivir con ellos. Los profesionales aseguran que en ocasiones han escuchado las extrañas presencias, pero eso estuvo lejos de espantarlos.
El triste violín continúa sonando, mientras las otras dos almas que perdieron la vida en el lugar buscan la paz. Así habitan todos en este trozo de historia antofagastina digna de admirar.