La mitad de los chilenos pasa la clave del celu a su pareja

Chivas y justificaciones hay por montón, pero lo concreto es que el 51% de los compatriotas en pareja asegura que su media naranja podría entrar a su smartphone sin drama.

Las relaciones de pareja están basadas en la confianza y el respeto a la privacidad de cada uno, así al menos es en el mundo ideal, donde lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, pero la cruda realidad es otra. Y uno de los puntos críticos es la instancia en que hay que tomar una decisión de vida o muerte: ¿le entrego mis sus contraseñas y patrones de desbloqueo del celular a mi media naranja?

Un estudio de Wom realizado a las generaciones X, Y y Z, arrojó que el 51% de los chilenos le da sus claves a la pareja, ya sea por mantener una buena relación o por alguna eventual necesidad o urgencia.

Lo que para la mitad de la población es normal, al resto de los compatriotas le parece intransable. Es que los dramas que esto puede traer son discusiones o, en el peor de los casos, la ruptura de la relación.

Diego González (31) tiene magíster en compartir sus passwords durante su vida amorosa, con dispares experiencias. "La primera vez que entregué mi clave fue por confianza con mi polola, pero me fue mal, porque me pillaron en otras patrañas, así que murió la relación", rememora.

Claro que, como dice la canción, igual nomás tropezó de nuevo con la misma "tecla". "La segunda vez que entregué el patrón del celu fue porque ya me tenían chato. Mi mina me lo pedía todo el tiempo... era muy celosa, así que se la pasé. El problema es que yo conversaba con amigas por WhatsApp y otras 'apps', y un día la pillé haciéndose pasar por mí, para saber si yo andaba en algo, así que hasta ahí nomás llegamos", recuerda.

No todo es negro

Entregar las contraseñas, eso sí, puede tener sus ventajas, ya sea por si se olvidan, o en un caso de emergencia. Isabel Domínguez sabe de eso: tenía una importante presentación universitaria y dejó el móvil en casa.

"Cuando mi pareja me pidió pololeo, le di mi patrón del celular y él me dió el suyo, pero sin intención de intrusear, sólo por seguridad y una prueba de confianza, y al final eso me salvó la vida.

Llegué a la "u" y necesitaba un archivo del celular para disertar, salí tan apurada, que ni el teléfono llevé. Por suerte, Samuel estaba en casa, lo llamé del celu de una compañera y él pudo acceder al mío, y así me mandó lo que necesitaba", narra la confiada.

Mejor a otro...

Como son muchos los chilenos que dudan a la hora de confiar sus claves a la pareja, pero a veces es necesario que alguien más maneje nuestras contraseñas, varios optan por dárselas a otras personas cercanas.

Según los datos del estudio de Wom, los familiares son los más requeridos a la hora de recibir un password (61%), y luego los amigos (30%).

Generación Z pasa casi 10 horas al día metido en el móvil

En el estudio realizado por Wom, también proporcionó otros interesantes datos sobre la relación de los chilenos con sus teléfonos inteligentes.

Por ejemplo, la generación X (nacidos entre el 1965 y 1979) aseguró que la primera vez que tuvo un smartphone en sus manos fue alrededor de los 31 años, mientras que los millennials (Y) lo hicieron a los 18. Los centennials (Z), en tanto, lo hicieron a la temprana edad de 10 años.

En torno a esto mismo, se expuso la idea de cada una de las partes en cuanto a la edad en que una persona debería tener un celular con conectividad. Mientras que la X e Y contestaron que debía ser cerca de los 13 años, los Z aseguraron que a los 10 estaba bien, tomando en cuenta que fue a esa edad a la que ellos mismos se iniciaron.

En comparación entre las diversas edades y las horas que permanecen activamente conectados con sus celulares, fueron los más pequeños los que tomaron la delantera, con al menos 9,6 horas al día, algo en lo que los millennials gastan 7,3 horas. ¿Los de la X? 6,5 horas a diario.

Y si hablamos de la cantidad de dispositivos móviles que tienen por persona, la generación Z nuevamente sacó el primer lugar, con 3 aparatos, mientras que la X e Y portan dos.

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