Más preocupada que importador de paraguas quedó una monjita luego de enterarse de la mansaca que ocasionó una Sor-presa que olvidó a la altura de la estación del metro Escuela Militar.
Todo fue culpa de los votos de pobreza que asumió al entrar al convento porque no se movilizaba en auto ni en moto ni en bicicleta; ni siquiera tenía la capacidad de vencer la fuerza de gravedad como la famosa novicia voladora.
La hermana distraída andaba en micro y al subir a una con dirección al oriente olvidó unas maletas que quedaron tiradas en un paradero del Transantiago ubicado a un costado de la estación del metro, por Américo Vespucio.
A las 13.10 horas una persona que esperaba micro dio la alerta y debido al precedente que marcó el año pasado el atentado terrorista que le costó un dedo a la señora Marta Hernández, ocurrido en el Subcentro de la estación Escuela Militar, el aviso fue tomado en serio por Carabineros.
En menos de lo que dura un Ave María llegó un equipo del GOPE, al mismo tiempo que otros carabineros habían acordonado el lugar provocando un taco más grande que tu problema, porque dejaron sólo una vía, mientras que las micros fueron desviadas por otra calle. En tanto, el Metro siguió circulando sin atados.
“¿Y la monjita?” se preguntará usted. La religiosa se dio cuenta que había olvidado su equipaje, bajó de la micro, se devolvió en otra y en media hora llegó al punto donde toda la mansaca se originó.
La mujer habló con los verdes, a quienes les explicó lo que había pasado y ellos la dejaron ir con la esperanza de que rezara por ellos, por su institución y por la selección de Chile.
OTRO CASO
El 7 de mayo de este año la ejecutiva comercial Arlette Christiny cometió un descuido similar al de la monja de Escuela Militar.
La mujer dejó una mochila en la estación Baquedano desencadenando un operativo de emergencia que interrumpió la Línea 5 durante 45 minutos a las 9 horas de un día jueves.
“Pido disculpas por todas las molestias a la gente que iba viajando porque se cuánto vale el tiempo, pero la verdadera culpa la tienen los terroristas que siembran el miedo y nos mantienen en este estado permanente de sicosis. Esto no es normal, señores. Hoy tengo una infracción y posiblemente Metro se querellará por las horas perdidas. Juzguen ustedes”, dijo entonces la distraída pasajera.