La investigación de la Universidad de Valparaíso se basa en las similitudes genéticas y de comportamiento de la mosca del vinagre con los humanos, y pretende esclarecer algunas alteraciones en sujetos con TEA.
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición severa del neurodesarrollo que, entre tantas cosas, presenta en un gran porcentaje de personas que lo padecen, un daño en la regulación del ciclo sueño-vigilia, además de bajos niveles de melatonina. Esto influye en que los pacientes se vuelvan más irritables, amargos, agotados y que se acentúen algunos rasgos de su personalidad.
Considerando esta realidad, un equipo de investigadores del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), liderado por la neurocientífica Angelina Palacios, están utilizando la mosca Drosophila melanogaster -o mosca del vinagre-, para estudiar genes mutados que afectan el sistema nervioso en pacientes con esta condición.
Según explica la investigadora, las moscas con estos genes tienen alteraciones en el sueño, la conducta social y funciones cognitivas, especialmente en las relacionadas con el aprendizaje y memoria.
Mosca sociable
La doctora Palacios comenta que la Drosophila es un insecto muy sociable. Una actividad importante para ellas la constituye el ritual del cortejo, que implica acercamientos, interacciones y danzas.
"Sin embargo, descubrimos que hay moscas que no tienen esta habilidad, o la tienen poco desarrollada. Así que ahí decidimos analizarlas genéticamente, ver sus mutaciones y hacer una comparación con personas que no desarrollan habilidades sociales, y nos preguntamos si esta mosca tiene un equivalente de TEA para su especie y si fuera así, ¿podríamos estudiar diferentes problemáticas del autismo en esta mosca 'autista'?", se cuestinó la profesional.
Reloj biológico y moscas
La neurocientífica del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso comenta que en la década de los 80, científicos lograron aislar un gen en Drosophila, que codifica una proteína llamada PERIOD, la cual se acumula en la noche y se degrada en el día.
Además, se encontraron otros mecanismos químicos que regulan los ritmos circadianos. Por lo tanto, entender lo que ocurre con ellas implica comprender el funcionamiento del reloj biológico de las personas.
"Precisamente, se utilizó como modelo de estudio a esta mosca porque comparte cerca del 75% de los genes humanos. Esto significa que el material genético de las personas tiene homólogos, o cumplen las mismas funciones que los de la Drosophila, y esto las convierte en un organismo modelo para entender procesos que ocurren en nuestro organismo: desde trastornos del sueño, patologías neurodegenerativas y algunos tipos de cáncer", finaliza la experta.