Lleva más de 20 años de "prestigio", soportó hidalgamente el terremoto del 85 y ahora el "cataclismo del Bicentenario". El detalle está en la entrada del lugar donde no hay cornisa y de noche se pueden ver las estrellas, como en el viejo chiste.
La noche del viernes no se olvidará en la conciencia colectiva y tampoco en las cabezas de los "pasajeros" del Hotel Sotomayor, quienes pasaron el susto como Dios los trajo al mundo. "Esto era un caos, todos querían salir arrancando, muchos de ellos tapados sólo con las sábanas, o chiquillas con puros churrines, pero yo los paré en la puerta, pues afuera llovían ladrillos", desclasificó el temblor grado 6,9 Cristina, la camarera heroína.
La súper mucama teorizó con el diario pop que la desesperación de los clientes era "salir a ver a sus señoras e hijos, porque con el manso terremoto recién se acordaron de sus familias".
El dueño del nido de amor, José Parraguez, apareció 15 minutos más tarde en escena y cuando constató que todo seguía parao, la casona, obviamente, salvo una cornisa caída hacia la calle General Sotomayor, no dudó en abrir al otro día del sismo. "Abrimos, porque al mal tiempo hay que ponerle buena cara", dijo, don Pepe, un experto en levantar las emociones. Eso sí, en su cubil de Eros la reconstrucción será con material ligero, porque "con ladrillos ya sabemos que no aguanta".
De hecho, en un tour para el diario pop, que por primera vez entra a un templo del amor, verificamos en las trece habitaciones los espejos en los techos y los corazones rojos de luces en las paredes estaban casi intactos, aunque Cristina soltó que en la "8" se cayó una tele, donde no se veía el Discovery Channel precisamente a esa hora.
Por siaca, aunque el barrio Yungay, el del roto chileno, está casi en el suelo y en la plaza los vecinos están durmiendo en carpas, la casona amarilla del "575" tiene promos para olvidar los duros momentos. "Alivianamos los bolsillos con precios regalados. Por ejemplo, los domingos antes de almuerzo tenemos a 4 mil pesos las 3 horas", sopló Parraguez.
"UN CLIENTE NO SINTIÓ EL TERREMOTO Y SU NIÑA SE FUE CON LA BILLETERA Y EL CELU"
La camarera del "Sotomayor" no sólo tuvo que parar a los pasajeros que querían salir corriendo, sino que revisar que en las habitaciones no quedara nadie. En ese ejercicio se dio cuenta que en la "9" había un despistado que ni sintió el terremoto y al despertar cachó que las señorita que lo acompañaba "aprovechó el pánico y le sacó la billetera y el celular".
También soltó que en la "13", entre los espejos, una "pasajera despertó ebria y no la podíamos sacar porque no nos creía lo del sismo. Cuando reaccionó, lo único que quería era prender un cigarro, pero un voluntario de bomberos, que por azares de la vida estaba en el motel, la retó porque podían haber fugas de gas. Ahí recién se dio cuenta que hubo un terremoto".