Una extraña determinación de una mujer tiene su origen en la tragedia que enlutó a su familia la noche del pasado sábado 10 de marzo.
Natividad Tobar Zúñiga (37) junto a su hija Danitza Hidalgo Tobar (12) y su perra Cloy vivían en el Barrio Puerto de Valparaíso. A las 21.30 horas fueron a dejar a unos familiares que iban a Quilpué a un paradero de buses de avenida Errázuriz.
De regreso a casa cerca de la plaza Echaurren la señora y su hijita fueron atropelladas por una micro del recorrido local 608 que iba fuera de servicio manejada por Manuel Suárez Guzmán.
Ambas fallecieron en el lugar. Sus familiares aún en shock comentaron que no les extrañaba que la desgracia las hubiera pillado juntas "porque eran inseparables".
La perrita que habían adoptado de la calle también murió de forma instantánea, y como era tan cercana a sus amas la madrastra de Natividad tomó una decisión que a algunos les podría parecer rara.
Adriana Cuadros intentó sepultar al animalito junto a sus seres queridos para que los acompañara en el Más Allá.
Para conservar el cuerpo de la regalona mascota mientras las difuntas eran veladas en la Iglesia Unión del Reino, doña Adriana la guardó en el refrigerador de su casa.
Metió el cadáver de Cloy dentro de una caja de cerveza Corona y esperó el momento adecuado para dar a conocer sus intenciones.
Lamentablemente para la señora, algunos familiares no estuvieron de acuerdo con su idea y en el cementerio número tres de Playa Ancha tampoco la habrían autorizado a enterrar un perro en un lugar destinado exclusivamente para seres humanos.
Cuando su caso se hizo público en las redes sociales, mucha gente le recomendó recurrir a un cementerio de mascotas, pero la intención original de Adriana era que Cloy estuviera junto a Natividad y la pequeña Danitza.
Mientras tanto, el chofer Manuel Suárez fue acusado por la fiscalía por cuasi- delito de homicidio y quedó con firma semanal, prohibición de salir del país y su licencia de conducir suspendida.
