Dos maestras carpinteras y una soldadora al arco hablan sobre su mirada del mundo del trabajo y sus expectativas. La vida de las mujeres en obras.
"Si pedimos respeto, debemos respetar"
De padre carpintero, Ingrid Alarcón, de 26 años, no dudó en seguir sus pasos y trabajar con la madera. A fines de 2019, ingresó a trabajar al proyecto Mapa, oportunidad que pretende aprovechar al máximo.
Destaca que se siente muy valorada en la faena y considera que con el sistema de turnos no es difícil compatibilizar su rol de madre con su trabajo, ya que cuando está con sus hijas las puede disfrutar al máximo.
Para Ingrid, la capacitación de carpintería, en el marco del programa de Sostenibilidad y Relación con la Comunidad al igual que las otras dos maestras de esta página, fue fundamental para su labor: "Me dio las bases para tener conocimientos importantes en mi trabajo", que se tradujo en lograr la categoría de maestro segunda (M2).
En el plano de género, esta mami de dos niñas de 7 y 8 años es seca: "Si pedimos igualdad, que sea parejo. Así como las mujeres piden respeto y beneficios, también tenemos que respetar a nuestros compañeros", dice esta mujer, apasionada del folclor, que la unió a un grupo por cuatro años.
"No debiera haber diferencia en trabajos para hombres y para mujeres"
Hace ocho años la casualidad llevó a Paola Maureira, de 40 años y soltera, a realizar una labor comúnmente entendida como masculina: la soladura al arco. Pero ella tiene claro que "las mujeres tenemos que demostrar que podemos al igual que los hombres".
Esta apasionada de los paseos en su moto y dueña de un bulldog de nombre Saydel, agrega que "en estos tiempos ya no debiera existir la diferenciación entre trabajos para hombres y para mujeres".
En cuanto a su experiencia en la firma a la que presta su servicio, señala que se siente cómoda porque "acá somos como una familia (…) Es una experiencia muy linda dejar un granito de nuestro trabajo en cada proyecto de norte a sur". El futuro para Paola se ve promisorio, porque desea especializarse cada día más en su área y llegar a ser la mejor soldadora en la historia de la empresa.
"Hago mi trabajo porque quiero y amo hacerlo"
Madre de dos hijos universitarios en Colombia, su tierra natal, Sandra García, de 46 años, se ha perfeccionado como maestra carpintera (M2), capacidad que le permite mantener a su familia a distancia y siente un profundo orgullo por el oficio que desempeña. A todas las mujeres que buscan nuevas posibilidades laborales les diría que "no se detengan, sigan adelante, no dejen de hacer lo que en realidad vale la pena aprender".
"Mi motivación cada mañana es saber que lo que estoy haciendo lo hago porque quiero, amo y deseo hacerlo. Además, con mi trabajo puedo ayudar a mi familia y eso me da la fuerza para levantarme cada día y hacer bien mi trabajo, para salir adelante acá en Chile y apoyar allá, en Colombia", cuenta.
En su historia de vida también las labores más físicas tienen un antecedente: "Mi padre también fue maestro de obra en Colombia y eso me ha motivado a hacer lo que hago actualmente en ICSK".