Por octavo año al hilo los compipas de la República Independiente de Hualqui, en la Región del Biobío, sacan chope al dar rienda suelta a las ramadas sin alcohol.
Sí, como cachó. Es que por mucho que la normativa del municipio haya dejado un montón de viudos del pato e' pipeño, el brillo ha sido todo un éxito y en vez de salir pa' atrás salen todos los fonderos ganando, dado a que la particular idea es todo un atractivo turístico cargado a la familia.
Los juguitos naturales y el mote con huesillo se han tomado el fundo en estas celebraciones, que también le llevan artesanías, música y gastronomía. Y es ahí donde salió a la pista don Joel Cruces, un fondero oriundo de Yumbel que entre vuelta y vuelta en parlamento con su almohada sacó un brillo que promete sin la sensación entre los parroquianos de Hualqui.
El socito tiró a la pelea un fondo con vinito navegao, pero sin alcohol (candola), donde tener una mano de monja y más paciencia que gurú tibetano son la clave para concebir este pepazo.
-Oiga, ¿y cómo lo hace para responder a la regla del cero copete?
-Todo va en la preparación. Canela, naranja, azúcar y el tonto tintolio bien ahumado. La clave está en que cuando toda la candola está hirviendo en los fondos industriales donde la preparamos, le prendemos fuego al vapor que el traguito suelta. Ahí se forma una llama grande que hay que dejar que se vaya consumiendo sola. Eso dura como unos 20 minutos.
Si se animó y quiere ir a zapatear, péguese el pique a la plaza de Armas.