Hay una posibilidad en mil millones que a un hombre que usa cinturón y suspensores al mismo tiempo se le caigan los pantalones. Tan improbable era que algo raro sucediera con Rafael Maureira. Gracias a la exagerada seguridad que se desplegó para el regreso del delincuente, una tentativa de fuga habría sido una locura.
La improbable detención de Osama bin Laden o la captura de un miembro del crimen organizado quizás estén a la altura del show de la PDI. Cuatro detectives viajaron el miércoles a Brasil y cada uno recibió un viático de 225 dólares al día.
Lo normal es en un vuelo comercial, pero viajaron en un avión Citation de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Según expertos, su uso por lo menos costó 15 millones de pesos entre combustible, tripulación y embarque.
Mientras "la estrella" volaba hacia Pudahuel un helicóptero de la PDI, que lo iría a buscar al aeropuerto, daba vueltas sobre la cabeza de decenas de reporteros instalados en el Cuartel Independencia.
El criminal reducido a la mínima expresión arribó al edificio. Desde la altura era observado por francotiradores con binoculares. Entre medio de los flamantes Mitsubishi Montero de la policía (afectada por casos aislados de corrupción) vendedores de helados refrescaban a la prensa que informaba sobre un depravado que aparte de perder la libertad, perdió la dignidad.
La historia de los horrores del tío del furgón comenzó en la tele en el programa Contacto, y parece que terminó donde mismo. Ni George Bush, el Papa o Madonna tendrían tanta seguridad a su servicio.
La mamá de un niño violado con la autoridad moral de su dolor lo ratificó: "Siento mucha rabia porque lo están protegiendo como si fuera el hombre más importante que pisa la tierra y no lo es, es un delincuente más".