Los alumnos del mítico, telúrico y legendario Liceo Barros Borgoño retornaron a clases en improvisadas salas de las bodegas de Innova Chile, en la esquina de Victoria con Tarapacá, pleno centro antiguo de Santiago, con lo que esa comuna completó ya el 100 por ciento de sus pingüinos quemándose las pestañas.
A tres días del plazo fatal impuesto por el Presidente Sebastián Piñera al ministro de Educación, Joaquín Lavín, para normalizar el año escolar tras el terremoto, los 1.700 estudiantes del establecimiento del barrio Franklin pudieron volver a sus pupitres, aunque en una sede distinta, que hasta un par de carpas le lleva por la falta de salas. "Pese a todo, hemos tenido un regreso a clases muy normal y grato. No ha habido ningún tipo de problema", comentó Rosa Carvajal, inspectora general.
"Los niños se adaptarán de a poquitito. No son las condiciones normales ni tampoco es nuestro establecimiento, pero, ante la emergencia, esto está súper bien", agregó. Tras el terremoto de 1985, los mateos del Barros Borgoño ocuparon el mismo edificio, que en aquel entonces pertenecía al Liceo República de Bolivia. "Igual no hay drama. Por lo menos estamos en clases. Ni un brillo perder un año. Mejor estar acá que en ningún lado", verseó el alumno de cuarto medio Freddy Hess, uno de los que debe recibir sus clases en las carpas instaladas en el patio central del recinto.
Patricio Hidalgo, también de cuarto medio, comentó que "me parece súper bien estar en clases. No es la misma comodidad de nuestras salas, pero lejos esto es mejor que suspenderlas, sobre todo para nosotros que estamos en cuarto y no tenemos ninguna intención de atrasar nuestra salida del colegio". Por su litrolio, Javier Hernández, de segundo medio, que estudia en la jornada de la tarde, comentó al diario pop que añora sus antiguas aulas. "A mí me toca en la tarde y en las carpas nos vamos a morir de calor. Queremos puro volver a nuestras salas", reclamó.
Las tiendas tienen una superficie de 150 metros cuadrados y reciben a unos 45 alumnos. Otro que estriló fue el ex dirigente pingüino del plantel Maximiliano Mellado, quien, pese a su nuevo estatus de farandulero, confesó que halla del verbo penca que obliguen al "futuro de Chile" a levantar carpa.