Entre los 2 y 4 años es frecuente, normal y esperable que los peques reaccionen con rabietas o pataletas frente a situaciones que les provocan rabia o frustración.
"A pesar de que esto suele ser muy desgastante para los adultos, es una etapa muy importante para el desarrollo de los niños y niñas, a través de la cual van aprendiendo a identificar estas emociones y conocer las mejores maneras para expresarlas", advierte Caterin Neicun, encargada del programa Chile Crece Contigo del Centro de Salud Familiar (Cesfam) Norman Voullieme.
Para la especialista, los chicocos "no generan pataletas con intenciones de dañar o molestar a los adultos, sino que son parte de su proceso de desarrollo y adaptación. Las pataletas pueden gatillarse por diferentes razones: frustración cuando algo no les resulta, sentirse no escuchados o incomprendidos, expresión de algún malestar, entre otros".
Inclusive, la caperuza señala que "es normal que cualquier persona sienta enojo o frustración cuando algo no resulta (nos ocurre también a los adultos)".
En estas edades los chiquillos se enfrentan muchas vecesal día a estas sensaciones. Las razones por las que eso ocurre son:
- Aún están aprendiendo a usar los objetos a su alrededor.
- Dependen de los adultos para la mayoría de las cosas.
- Quieren hacer algo y no pueden o no los dejamos hacerlo.
- Los regalones no tienen las mismas herramientas que los adultos para comunicar lo que sienten, necesitan y piensan.
- Las rabietas son una forma de comunicación y, por lo tanto, al ponerte en el lugar de tu retoño, tratar de comprender su reacción y ayudarlo a entender lo que le pasa. Aprenderá gradualmente otras maneras de expresarse.
Qué hacer en caso de pataleta
- A mantener la calma. Los adultos son modelos para sus niños y niñas. Si la forma que tienen de comunicarse con ellos es inadecuada, eso estarán enseñando. Una atmósfera tranquila ayuda a recuperar el control y tomarle o abrazarle puede atenuar o evitar una gran pataleta.
- Puedes distraerlo con otra actividad o darle una alternativa que sea atractiva.
- Si lo logra, refuérzalo, abrázalo, dile que lo hizo bien y que valoras su esfuerzo.
- Evita dejarlo sólo "hasta que se le pase" o mandarlo a su pieza "a pensar". Estas estrategias no ayudan a que aprenda a manejar sus emociones, aumentar la rabia y pena y le enseñan que en los momentos difíciles no puede contar contigo.
- El sentido común, el juego y el humor son fundamentales para facilitar que un niño colabore con las órdenes o reglas que queremos que cumpla. Decirle "guarda tus juguetes" no es lo mismo que decirle "¿quieres ser mi ayudante especial para guardar?
- Evita explicaciones largas y complicadas en medio de una rabieta, no es buen momento. Una vez que la situación vuelva a la calma, busca un momento tranquilo para hablar de lo que ocurrió y explorar juntos otras maneras en que pueda reaccionar la próxima vez.
- Manejar respetuosamente una pataleta no significa entregarle todo lo que pide o dejarle hacer lo que quiera. A pesar de que esto pueda calmar una rabieta, no ayuda a evitar la siguiente y entrega un mensaje confuso al peque, ya que naturalmente aprenderá que este es un medio eficaz para lograr lo que quiere.
- Lo importante es darse cuenta cuando una situación le genera rabia, pena, frustración. Entender que este sentimiento es natural, acogerlo y ayudarlo a sentirse mejor nuevamente.