¡No somos nada!

El Festival de Viña recién había terminado sus transmisiones y la mayoría de la población de la zona centro-sur dormía cuando, a las 3.34 horas, el megaterremoto despertó a cerca de 12 millones de personas desde la V a la IX región.

El minuto y medio que duró el sismo de 8,8 grados en la escala de Richter fue eterno. El sonido de las estructuras luchando por permanecer en pie se sumó a las explosiones de gas, cortocircuitos y a los gritos por ataques de nervios.

En esos primeros segundos falleció la mayoría de las 214 víctimas que hasta ahora han sido contabilizadas. Otras alcanzaron a llegar a servicios de urgencia o murieron en el camino, pero la cifra probable de muertos se estima en más de 300.

En buena parte de la zona afectada se cortó la luz y múltiples incendios hicieron visibles los estragos del terremoto más poderoso del mundo de los últimos 20 años.

Expertos ingleses dijeron a la BBC que fue mil veces más poderoso que el sismo que dejó a Haití convertido en escombros y con cerca de 200 mil muertos. Si no fuera por el aceptable nivel antisísmico de nuestras construcciones, habría sido un "desastre perfecto".

El sismólogo Sergio Barrientos explicó que "tuvo una longitud de ruptura de 350 kilómetros, es decir, hay una falla que se rompe por 350 kilómetros. En el terremoto de Haití, la falla que se fracturó no fue de más de 30 ó 40 kilómetros".

La información fue el primer damnificado. Los celulares durante las primeras horas poco servían y los medios desconocían la magnitud de la catástrofe.

Lo primero que se supo fue que el epicentro se ubicó a 63 kilómetros al suroeste de Cauquenes.

Los santiaguinos recién se dieron cuenta que otros compatriotas lo habían pasado peor. ¡Mucho peor!

Buena parte de Talca, Curicó y Parral estaban en el suelo. Localidades costeras como Iloca fueron arrasadas por tsunamis.

En Tomé el agua llegó hasta la Plaza de Armas y en Dichato y otras localidades las casas fueron sacadas de cuajo por la fuerza de la natureleza. Cientos de personas quedaron en la calle con lo puesto.

Las escenas en la Región del Biobío eran como sacadas de un filme hollywoodense: Autos aplastados, casas convertidas en ruinas y varias fábricas incendiadas: ¡Era una hecatombe!

Pero una de las situaciones más dramáticas se vivió en Talcahuano, donde una ola gigantesca arrastró un barco pesquero hasta la mismísima plaza de esa ciudad. La marejada además arrasó con varios vehículos e inundó numerosas casas de la ciudad penquista.

Un fenómeno similar, pero mucho más letal, se produjo en el archipiélago Juan Fernández, donde una gran ola dejó 6 muertos y 11 desaparecidos.

Pero así es nuestro país. Ya pasó lo peor y ahora tenemos que ponernos de pie otra vez. ¡Fuerza, Chile!

LA TORTUOSA ESPERA DEL AMANECER

La cifra de damnificados del megaterremoto del bicentenario se desconoce, pero los cálculos más conservadores hablan de medio millón de personas.

La hora en que sucedió no pudo ser peor. A las 3.34 de la madrugada la mayoría de la gente dormía y algunos estaban carreteando cuando se dejó caer la maldición. La incertidumbre se apoderó de las personas que habitan entre la regiones de Valpo y de la Araucanía.

No todos tenían velas, linternas o radios a pila. Señoras, niños y hombres con pijama salieron de sus casas a la calle por temor a réplicas. No querían terminar bajo los escombros de sus viviendas y también se convirtió en una necesidad el compartir con el vecino la incertidumbre y angustia de qué más pasará.

La gente tenía miedo y lo único que pedía era que saliera el sol antes de otra réplica, y lo penca es que el tiempo transcurrió más lento que nunca.

Ciudades como Talca y Concepción están entre las más afectadas, pero el daño se extendió por una franja de 800 kilómetros. En Lampa tres industrias de plástico se quemaron completamente. En la Región del Maule el puente sobre el Río Claro se fue guarda abajo. El derrumbe de un muro en la cárcel de Chillán provocó la huida de más de 260 reos del recinto penal.

Y la destrucción sigue más al sur. La Intendencia del Biobío se derrumbó en su totalidad, por lo que el Comité de Emergencia Regional se constituyó en la Primera Comisaría de Concepción. La alcaldesa de ciudad, Jacqueline Van Rysselberghe, exclamó que es "bastante dantesco" lo que se veía en la ciudad.

La inmensa mayoría de la población de Chile sufrió como pocas veces. Ayer tuvimos tiempo de lamentarnos, es hora de reconstruir el país.

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