¡Nonitos de asilo pisaron el palito!

Unidos para toda la vida quedaron Manuel Almendra y Neli González, los nonitos que se pusieron a pololear luego de conocerse en el asilo Villa Padre Hurtado, de Pedro Aguirre Cerda. Parecía que el tren se les iba, pero por fin tienen su propio nidito de amor, amoblado y alfombrado.

Eran las cinco de la tarde del viernes y las cosas no iban del todo bien. A doña Neli le tiritaban las cañuelas como a todas las novias, pero además estaba preocupada porque su familia no asomaba la nariz por el asilo de Pedro Aguirre Cerda.

El caso de don Manuel era un poco más simple. Sus parientes estaban más que instalados en la capilla, y como el hombre es de campo, parecía estar operado de los nervios en el altar.

Ya a las cinco y media todo se normalizó y de ahí en más se fue como por un tubo. Don Manuel esperó tranquilito mientras doña Neli, su novia, caminaba por el pasillo.

Durante el trayecto, ella se mostró ultra nerviosa. "Es que es su primera vez en esto del matrimonio", dijo una de las asistentes.

Para la ocasión doña Neli se puso un vestido blanco con encajes. Mientras que don Manuel escogió un terno color negro con una impecable camisa blanca y una coquetona corbata roja que le hacía juego con la pintacha.

En poco más de media hora los nonitos ya estaban casados y se mandaron el tremendo ósculo para sellar su relación ante el Pulento.

Después, caminaron juntitos y a paso de tortuga -ni pensar en que el novio tomara en andas a su señora- por el pasillo de la capilla, mientras unos granitos de arroz derrochados volaban por el aire.

Ya terminada la ceremonia, novios e invitados se dirigieron al gimnasio de la villa, donde los esperaba una linda recepción preparada cariñosamente por las hermanitas, con bailoteo y picoteo incluidos. ¡A gozar, a gozar!

El momento peak de la jornada llegó en el vals de los novios. Don Manuel sólo aguantó la primera pieza y cayó extenuado sobre su asiento sudando la gota obesa. En ese momento vino la nota humorística. Doña Neli se levantó de su silla sin que don Manuel se diera cuenta que otra nonita ocupó su lugar. Al percatarse el novio, piteó: "Ya me cambiaron la novia, pueh", desatando las risas de los asistentes.

Al final, llegó el momento de los regalos. Entre otras cosas, los nonitos salieron pochitos con la tremenda torta, un ajuar y hasta con su propio nidito de amor.

Cortesía de las monjitas, don Manuel y doña Neli vivirán juntitos, ya que las hermanas les habilitaron la cabaña número 40 de la villa, para que los nonitos vivan como marido y mujer, pero ojo, que en catres separados. Para dormir más cómodos, obvio.

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