Porque en La Cuarta somos choros pulentos y nos gustan los desafíos, nos pegamos el pique a la mina Chuquicamata para luquear cómo va la construcción del hoyo más grande de América.
La obra es parte del proyecto "Chuquicamata Subterránea", el nuevo yacimiento que dará continuidad operacional a la División Chuqui.
Al finalizar el proceso, uno de los forados de ventilación tendrá 11 metros de diámetro y casi un kilómetro de profundidad. La cifra es equivalente a más de tres Torres como la del Costanera.
Al frente del proyecto está Jorge Sougarret, hermano de André, líder del rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José, llevado a cabo por caperuzos de la División El Teniente de Codelco.
"Yo le prestaba los cuadernos a mi hermano", se cachiporreó Jorge, gerente de Desarrollo Minería Subterránea Chuquicamata de Codelco.
Contó que en los próximos cinco o seis años, el "aporte de la producción de la mina a rajo abierto va a ir disminuyendo, y por lo tanto, lo que hay que hacer durante este tiempo es terminar de construir las obras".
Es que a partir de 2019 y en forma creciente hasta 2025, la tarea es "poner en operación la mina subterránea que va a reemplazar totalmente a la mina a rajo abierto".
Hasta el fondo
Bien protegidos con todos los implementos de seguridad, nos adentramos en uno de los túneles de ventilación. Llevamos lentes, casco, chaquetilla reflectante, bototos bacanes y máscara filtradora de aire. Así podemos avanzar hasta los 835 metros de profundidad sobre la línea del terreno por la topografía.
En su interior hay refugios de seguridad por si hay alguna emergencia grave. Allí caben 20 personas para resistir 48 horas.
El aire se siente más pesado en el túnel donde los mineros laburan para llevar a buen puerto la obra. Por eso a la salida es un agrado volver a ver el sol, que en Chuqui ataca más que opinólogo con caña.