Más allá de las trastiendas del poder, las palabras de buena crianza y la seguridad extrema y molesta como estrella, la visita de Barack Obama, su esposa Michelle y sus hijas Malia Ann y Sasha, se robó el peliculón entero.
Pergoleó de verdad a nuestro país, demostró que estudió y se sabe a la pata la historia reciente de Jaguarlandia y que, al revés del frescolín Bill Clinton y el tejano George W. Bush, su paso por acato no fue cualquier cosita.
Pisó tierra chilena a las 13.27 de ayer tras bajar de su tremendo Air Force One, un 747 equipado con tutti para dirigir Estados Unidos desde el aire, de la manito de su hija mayor, Malia, y seguido de su wife y su segunda retoña.
Parafernalia de seguridad más o menos, que incluyó la exigencia del Servicio Secreto de que la guardia de la FACh no recibiera con bayoneta calada a Obama, éste, a 80 kilómetros por hora, se las emplumó en visita de Estado hasta el Palacio de La Moneda, donde lo esperaba su coleguita anfitrión, Sebastián Piñera, con su esposa, Cecilia Morel, además de ministros, representantes políticos y sociales.
Claro que esta vez, lo recibió la Guardia de Palacio, cuyos carabineros lucieron sus bayonetas.
Después, hubo caminata por la alfombra roja de la "casa donde tanto se sufre" y reunión altiro con Don Tatán en el Salón Montt-Varas, con fotos de rigor y conversas que sólo ellos dos saben de qué trataron. Lo firme y concreto es lo que dijeron ambos en la conferencia de prensa en el Patio de las Camelias, a partir de las 15.19.
Después de que Piñera dijera que Chile "no va a planificar ni construir una central nuclear en nuestro Gobierno", fue el turno del primer presi gringo afroamericano, quien se despachó de entradita esto: "Chile es uno de los grandes éxitos de esta región, ha construido una democracia firme y ha sido una de las economías más abiertas del mundo".
No paro, pese a que en privado bebió su vasito de agua, esa que le tenían sus agentes del Servicio Secreto selladita para que ni un ángel le echara el resuello, y se desplazó por un túnel hasta el Centro Cultural Palacio La Moneda, donde mandaría un mensaje a los países del continente.
Junto con resaltar el valor de la democracia como la mejorcita forma de gobierno en la región, demostró que nos conoce al dedillo en cifras, al señalar que "en esta era de la internet, es el país más conectado digitalmente en América Latina".
Y, ojo, eligió esta Copia Feliz del Edén como modelito para decir que espera el Tío Sam del continente.
Después de darse una manito de gato en el Hotel Hyatt, Barack y Michelle volvieron a La Moneda, para asistir a la cena de gala para 300 personas ofrecida por Don Tatán.
Claro que antes hubo un número musical a cargo de "Los Jaivas"; dos discursos -primero Piñera y después Obama- y dos brindis, uno invitado por el anfitrión y el segundo corrió por cuenta del huésped. La salucita se hizo por Chile, por Estados Unidos y el bien de los presentes.
Después, todos al convite de mantel largo, en el Patio de Los Naranjos, oportunidad en que el mandatario gringo le tiró por segunda vez los piropos a la wife de Don Tatán, ya que en la tarde igual tuvo palabras de admiración para la dama.
Lejos de ponerse colorado de rabia, el presi local sacó pecho por el elogio y se supo que cruzó los piropos por lo ricarda que se veía Michelle.
Después, entre políticos, representantes del pueblo chilensis, ministros, invitados de Farandulandia y batracios del Servicio Secreto, se procedió a la cena de mantel largo, que dejó a todos con el pupo a punto de saltar.
Cache el menú. Entrada: Ostiones con salsa de longaniza de Chillán con crema o atún de Isla de Pascua. Plato dos: Costillitas de cerdo de Punta Arenas o langosta de Juan Fernández. Plato tres: Salmón de los fiordos con aceite de oliva y chupe de locos o carne de Wagyu. Postres: Papayas de La Serena y degustaciones criollas.