El informe de Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, quienes viajaron a Chile en febrero pasado e investigaron las acusaciones realizadas contra el obispo de Osorno, Juan Barros, terminó por definir el destino de 34 prelados chilenos.
Tras leer el documento e invitar a los religiosas nacionales a Roma, el Papa los convocó a distintas reuniones durante los últimos tres días. Inéditos encuentros que, según los expertos, marcarán precedente para futuros casos similares.
Al inicio de estas citas, representantes de la Conferencia Episcopal de Chile dijeron que estaban dispuestos a aceptar cualquier medida propuesta por Francisco, incluso dimisiones de obispos, reformas a los seminarios o el pago de reparaciones a las víctimas.
Tras horas de hermetismo y breves declaraciones por parte de los obispos, durante la tarde de este jueves el diario argentino el Clarín confirmó la renuncia de los obispos Juan Barros, de Osorno; Horacio Valenzuela, de Talca; Tomislov Koljatic, de Linares; y uno de los siete episcopales auxiliares de Santiago, monseñor Andrés Arteaga.
"Ellos y Barros forman el núcleo de cuatro obispos formados en la pía asociación fundada por el padre Karadima en sus tiempos de gloria", informó el citado medio, que también aseguró que el número de renuncias llegaría a 12.
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Horas antes de darse a conocer la decisión papal, el sacerdote español Jordi Bertomeu explicó que "el caso de Chile es excepcional, venir 34 obispos a ver el Santo Padre no ocurre todos los días", opinó, al tiempo que valoró que la Iglesia chilena "está buscando el camino y lo está encontrando".
"La iglesia de Chile necesita pasar página y también Chile", concluyó.
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