Desde hace ya un tiempo que el famoso persa de la capital ha presenciado una serie de episodios violentos, que incluyen peleas con armas blancas a plena luz del día, disparos e incluso sicariatos.
El emblemático Persa Biobío está en el ojo del huracán desde hace algunas semanas. Esto, luego de que la escalada de violencia, que se ha traducido en el aumento del porte y uso de armas, peleas e incluso en sicariatos, desatara la preocupación por parte de locatarios y autoridades.
Las grabaciones de las cámaras de seguridad del sector, de hecho, dan cuenta de cómo los homicidios a plena luz del día han ido al alza. Del mismo modo que los homicidios por encargo.
Al respecto, el fiscal metropolitano norte Felipe Olivari señaló en un reportaje de Meganoticias que “hace algunos años, sin tener la estadística dura, estas situaciones se arreglaban de otro tipo de forma, no había tanta arma circulando. Sin perjuicio de aquello, entendemos que son comportamientos que se han ido acentuando en la sociedad en el último tiempo”.
Para graficar con mayor detalle esta situación, existen las imágenes de lo ocurrido el pasado martes 3 de mayo, cuando las cámaras de seguridad captaron el recorrido de dos sujetos a bordo de un vehículo estacionado en las inmediaciones del Persa ubicado en Franklin. Allí se puede ver cómo los hombres descienden, caminan y se acercan a un tercero. Eran dos sicarios de nacionalidad colombiana:
“Se saludan, lo que ya da a entender que son personas que conocen el lugar y empiezan a desplazarse teniendo claridad de los lugares o los pasillos que van a recorrer”, detalló Javiera García, del OS9 de Carabineros.
Luego, según las imágenes, los sicarios vuelven a ser captados cuando ingresan al galpón que conecta las calles San Francisco y Placer. Es entonces que se detienen y miran con atención sus teléfonos celulares, como si estuvieran contrastando alguna clase de información.
García, entonces, señala que “en cierta forma se explica que es un homicidio por encargo, porque ellos tienen ciertas características de la persona que están buscando y la van chequeando mediante una fotografía, ante una imagen, que ellos mantienen en un equipo celular”.
Cinco minutos más tarde, el crimen se perpetra: cuatro disparos, el miedo hace lo suyo, se dispersan todos los presentes y, en el pasillo 16, Carlos Arley Montes Quinteros, un ciudadano colombiano de 40 años, permanece tendido, ya probablemente muerto.
Entre la gente que corre aterrada, los sicarios, que acaban de guardarse las armas en los pantalones, se camuflan para darse a la fuga. La OS9 de Carabineros los identificó como Johan David Prado Landazuri y Bayron Ocoro, responsables del asesinato, con características de sicariato. La investigación continuará, ahora, para determinar al autor intelectual.
Este episodio no es uno más. La escalada de violencia está desatada entre los galpones de Franklin. En el reportaje de Mega también se hace mención a una pelea de dos hombres con cuchillos en mano, que fue captada por los locatarios. O el enfrentamiento que culminó con un locatario muerto el pasado mes de marzo, por un ajuste de cuentas:
“Ellos incluso eran amigos. Ellos vivieron juntos en un departamento, compartieron vivienda, eran dos personas de nacionalidad colombiana que tenían una relación de amistad. A partir de algún problema, del que todavía no tenemos la certeza sobre qué es lo que ocurrió, tienen un desencuentro”, explicó sobre ese caso en particular el fiscal Olivari.
En aquella oportunidad, seis días más tarde, en Peñalolén, Carabineros logró ubicar al imputado, Andrés Díaz Delgado, de 32 años, que acabó con la vida de Eduar Altamirano Peña, de 28. “Quedó en prisión preventiva por ser un peligro para la seguridad de la sociedad”, precisaron.