China. Una de la madrugada. María José mira la medalla de oro que consiguió en los 300 metros contrarreloj y piensa en los cuatro meses que no ha visto a su familia. Valió la pena el sacrificio. ¡Pagó Moya!
"Este Mundial lo trabajamos mucho con mi entrenador, Kalon Dobblin, y mi preparador físico, Pablo Cea, porque el año pasado clasifiqué primera y en la final no logré quedar en el podio", fue lo primero que nos confesó la Pepa al otro lado del mundo.
-¿Qué tanto la sudó pa' tener en sus manos la que cuelga dorada?
-En noviembre me fui a Alemania a entrenar y no volví a Chile hasta marzo, donde fui a clasificar para esta cita. Allí estuve dos semanas y regresé a Europa a seguir practicando.
-¿Cómo echaría de menos las cazuelas y los terremotos, oiga?
-Es un proceso muy difícil, pero uno como deportistas escoge y sabe que es la única manera que hay para obtener resultados internacionales.
-Pero compartir en familia, no tiene precio...
-Es lo que más extraño. Por suerte tengo a mi hermana, Valentina (23), entrenando conmigo... Queremos llegar juntas a los Juegos Olímpicos de Invierno (ver recuadro).
-¿Más pega aún?
-¿Sabes lo que más añoro?
-Si fuera adivino...
-A mis perritos. "Chica", "Fiona" y "Zeus". Este último es el más regalón y duerme conmigo, cuando estoy en Santiago.
-Lo bueno es que ahora les podrá mostrar una nueva presea, la quinta en su carrera...
-Es cierto. Aunque se pierden muchas cosas, cuando uno está concentrada para triunfar en lo que ama.
-Y no faltan los chaqueteros...
-Hay gente que no entiende tanto esfuerzo por ganar una medalla, pero esto es mi vida. Tengo 27 años y 23 los he vivido arriba de los patines.